ME GUSTARÍA...

Me gustaría saber por qué dos mil muertos son menos importantes que cuarenta. Me gustaría entender para qué vale la ONU si no es para amenazar a los niños que los va a echar de clase y nunca los echa. Me gustaría saber por qué EEUU necesita tener enemigos para ser un país importante y seguir siendo rico. Me gustaría saber, si es el fin de la historia, como algunos afirman, por qué se siguen contando los muertos.
Me gustaría decirle a M. Pidal que el Cid fue realmente a Valencia a enseñar el mar a su familia desde la torre del castillo y que las guerras contra los moros solo fueron un pretexto.
Me gustaría saber por qué ahora matamos por entregas; la guerra es local pero sigue habiendo demasiados muertos. Me gusta pensar qué sería de los discos sin las canciones de relleno, qué pinta la canción “Flying” en el Magical Mystery Tour; del amor verdadero sin los amores accesorios. Si los muertos que tienen inscripciones en la lápida nos quieren más que los que no la tienen.
Me gustaría saber si los hippies fueron hippies porque podían volver a casa cuando se les acabó el LSD, mientras que a los punkies no les quedaba más remedio que estar sin casa; su marginalidad no les permitía volver a ninguna parte. Luego Margaret Thatcher haría el resto.
Me gustaría creer que los EEUU no van a bombardear Siria; me gustaría saber la verdad de la invasión Libia. Y también qué hay detrás de las primaveras y de todas estas guerras.
Me gustaría acceder al misterio del por qué uno se enamora. Me gustaría decirle a M. Pidal quién escribió el poema del Mío Cid para que así descansase en paz.
También me gustaría que el vocabulario de Miguel Delibes no se muriera nunca: Escriña, carrasco, cuetos o matacabras; así compensaríamos tanta devastación de palabras en el watshap.
Me gustaría saber por qué cuando hay una crisis lo primero que muere es la cultura, es decir lo que más futuro tiene; con el futuro se muere el presente, así el pasado está servido, vuelta a los ochenta. Me gusta creer que Ferrol es Ferrol y que Detroit es Detroit y que nos encantan los blues arrastrados y estar acompañados en la miseria. Pero esta miseria es nuestra.

 

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