Lo de que los políticos hayan descubierto eso de la España vaciada está teniendo más efectos positivos. Pocos se creen que Pedro Sánchez vaya a repartir departamentos oficiales por esas ciudades semiabandonadas, pero, por lo menos, el fenómeno ha servido para evidenciar otra cruel realidad: la de los ancianos que viven sus últimos años solos. Y de eso Galicia sabe mucho. Solo en las últimas dos semanas siete mayores fallecieron solos en sus casas. Un estudio pone de relieve que el riesgo de muerte de los ancianos que viven solos es mucho mayor del que los que tienen compañía y el principal peligro es la falta de una red de alerta familiar que hace que, en muchos casos, las muertes se descubran meses después. La solución a esta situación no es fácil, pero en una sociedad en la que se habla del internet de las cosas, tampoco tiene que ser tan difícil articular algún tipo de contacto telemático que ayude a estas personas.