No hacemos otra cosa/ que defender miserables,/ gastamos la vida/ en la pasión de los miserables:/ amamos miserables/ respetamos miserables/ apoyamos miserables/ encumbramos a miserables,/ adoramos miserables/ y entronizamos miserables,/ nos odiamos por miserables/ nos insultamos por miserables/ nos asesinamos por miserables,/ somos miserables/ por los miserables./ Ese es nuestro destino como pueblo/ como nación, como patria,/ como hombre, como hombres,/ como miserable/ como miserables”. Con este poema retrata la poetisa desesperacionista Loto P. Seguin la exaltación política y agitación social de este pueblo asediado por miserables. No hay elección, parece dictar caprichoso el hado, y en esa clave respondemos a coro y poniendo en el empeño toda la pasión que le cabe, intelecto ninguno, para ser los más osados y perspicaces en la numantina defensa de quienes no la merecen. En ese lavado del miserable vamos tiñendo con el color de su mezquino ser y quehacer las humildes y nobles naturalezas de aquellos que no merecen esa suerte de horribles manchas que los van desdibujando en la pujanza de lo miserable, desposeyéndolos de su dignidad y convirtiéndolos en lo que no son, miserables.
En su defensa le digo a los que honestamente batallan en esta indignidad, creyéndola justa, no creáis defender una razón de justicia en la causa de los miserables, no cabe en ella justicia por más que la adornéis en su miseria y la repitáis como miserables.