La prensa madrileña, que se cree el ombligo del mundo, titula en primera y con grandes caracteres que “Grupos alterntivos de izquierda gobernarán las mayores ciudades” y no se sabe si es una afirmación aséptica, un tiro en el pie a los ganadores o una amenaza.
Voy al diccionario y entre cosas alternativa es un “sistema de dos proposiciones de tal naturaleza que la verdad de una de ellas implica la falsedad de la otra o viceversa” y tengo la impresión de que el personal lo entendió a la primera y que lo falso, antiguo, era lo que teníamos.
Cierto que en algunos casos todo recordó al ayer y Ciudadanos rebajó sus principios y posiciones, reafirmando la teoría de que es la marca B de la derecha, y como tal da el bastón de mando en la Comunidad de Madrid y, es cierto también, que la señora Cifuentes cambió todo su programa: elimina el Consejo Consultivo que repartía millones entre los fieles, como Alberto Ruiz-Gallardón, por ejemplo, y acepta que la Cámara que investiga las cuentas no sea una reunión de amiguetes y el socialista Ximo Puig, en Valencia, entregó medio gobierno (o sea, las dos manos y una pierna) para tocar poder en la primera autoridad de la Generalitat…
Lo de todo por la patria traducido en todo por la pasta, el poder, el coche oficial, el oropel… Y eso se ha visto en una y otra parte de la valla.
Otras cosas siguen siendo lo mismo: mientras usted votaba al vicealcalde de Alcobendas por el Partido Ppoular se le descubre una sociedad inmobiliaria en Panamá –un paraíso fiscal– y es que estos señores son tan piadosos que aspiran al paraíso de allá arriba y trinca el paraíso de aquí abajo
Por lo demás, sin novedad señora baronesa: visto lo visto las niñas, como cantaba Sabina, no quieren ser princesas ni infantas, y hace treinta años que estamos en el club europeo y si, como asegura el tango, veinte años no es nada en eso del amor, aquí es suficiente para un resumen del hoy, después de los millones que nos dieron por la pesca, agricultura, el vino, la leche ¡eso, la leche!, para autopistas, paseos marítimos y polígonos industriales, que son solo cemento y fueron buenos negocios para algunos..
Y es que el paro sigue insoportablemente alto, los desempleados sin subsidio aumentan y la pobreza infantil podría hacerse crónica en España.
Había otras alternativas.