POLICÍA Y ESCRITOR

Manuel Pérez Arias nació en La Coruña (1910-¿?). Ingresó muy joven en el antiguo Cuerpo General de Policía, llegando a alcanzar la categoría de Comisario Jefe. Aparte de ejercer la profesión de policía, cultivó el complicado y difícil oficio de novelista, trasladando sus vivencias profesionales al campo de la literatura detectivesca.      
Aunque su producción literaria no es dilatada, sus obras gozan de gran calidad, por lo tanto, merecen un reconocimiento. De mi breve paso por la Policía todavía conservo dos de sus novelas, una  de ellas firmada con la siguiente dedicatoria: “A don Ernesto Vale Carballés, paisano y Policía Armado de arrestos y de honor. M. Pérez Arias, Barcelona 20-6-75”.
Pérez Arias empezó escribiendo cuentos infantiles, demostrando así su gran amor por la literatura. Fue creador de la colección de cuentos “Pulguita”, editada en Barcelona en los años 50 del pasado siglo. También publicó artículos en periódicos y en revistas de la época. Pero el éxito le vendría a través de la novela negra, digamos la de corte policíaco, publicando “Cascos Blancos en la Noche” en 1972 (Ediciones Marte, Barcelona). Dicha novela fue prologada por Tomás Salvador, escritor y ganador de varios premios literarios, entre ellos el Premio Planeta de 1960. Y está dedicada a los agentes motorizados de la Guardia Urbana de Barcelona, resaltando la gran labor de ese cuerpo policial.
También publicaría “El Barrio Chino no Duerme” y “Las Navajas no se dan Tregua”. La primera, que llegó a la tercera edición, está basada en denuncias, investigaciones y arrestos policiales, reflejando la vida de un submundo que habitaba entre las calles Conde de Asalto, Escudellers y otras vías colindantes. Y la segunda se caracteriza por historias duras, que giran en torno a proxenetas, prostitutas y navajeros. Un mundo marginal que insufla “vida” a la noche de esa zona barcelonesa. Es un “dossier negro”, cuyos relatos se desarrollan en un medio degradado y degradante, donde la sobrevivencia es la fuerza motriz y el delito su consecuencia.
Todas sus novelas son un reconocimiento –seguramente bien merecido– al trabajo de los funcionarios de la Brigada de Investigación Criminal, llegando a matizar que “los inspectores de guardia de la Comisaría de Atarazanas merecían todos la Medalla al Mérito Policial”. El autor retrata la época “loca” de ese barrio (El Raval), situado en Ciutat Vella, y conocido popularmente como el Barrio Chino –aunque nada tenía que ver con la comunidad asiática. Eran los tiempos en que el delito estaba allí en su cenit. Y la lucha para erradicarlo se tornaba difícil.
En sus novelas utiliza expresiones como “bofia”, palabra que los delincuentes usaban para referirse a la policía, o apodos como “La Cordobesa”, “La Maña”,  “El Habichuela”, etcétera. Incluso usa nombres ficticios de inspectores (“Carmelo”, “Sousa”, etc.). También es protagonista un centro hospitalario, el de Peracamps, lugar donde atendían los heridos de las trifulcas callejeras. Sus relatos son una especie de crónica negra, todos ellos extraídos de experiencias reales. El autor describe a la perfección el mundo delictivo “barriochinesco” –como suele llamarle–, con sus desagradables olores, sus calles mugrosas y escaleras angostas, donde los inspectores de la BIC (Brigada de Investigación Criminal) luchaban cada noche para extirpar el delito.
La realidad es que tenían que enfrentarse a un mundo sórdido, donde el delito se consumaba a las sombras de la noche, en unas calles iluminadas por una tenue luz artificial. Aquellos hombres del 091 no disponían de los medios policiales de hoy en día, con lo cual se necesitaba ser un detective de pura raza para afrontar un medio tan hostil. El punto neurálgico era la Inspección de Guardia de la antigua Comisaría de Policía de Atarazanas    –conocida como la Zonal II– donde el autor estaba destinado.
Sin lugar a dudas, Pérez Arias fue maestro en el arte de la literatura policiaca y detectivesca. Sus novelas son un documento sociológico. Por tanto, su labor, aparte de la calidad literaria de sus obras, es digna de ser mencionada y resaltada.

 

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