AUNQUE MOLESTE

Siempre me gustó la asignatura de Historia. Desde muy pequeño leo libros, artículos y novelas históricas. Por eso sé, y no tengo la menor duda, que Cataluña nunca fue un Reino ni conformó la estructura de un Estado propio. Fue el Condado de Barcelona quien en un periodo histórico determinado lideró al Reino de Aragón, que incluso hizo suya su bandera. También sé, que los movimientos nacionalistas europeos de mediados del siglo XIX; algunos de corte unificador como el alemán y el italiano y otros de carácter segregador, como el vasco y catalán, nacieron al amparo de un tal Nietzsche, peligrosísimo creador de la teoría del superhombre, base posterior del nazismo. De esas mismas fuentes bebió un tal Sabino Arana. Por eso no debemos olvidar que los nacionalismos periféricos españoles son apenas una pequeña gota en la larga historia de España;  tanto de la nueva estructura renacida con los Reyes Católicos como de su precedente Reino Visigodo, con la pequeña excepción del  Reino Suevo en el noroeste peninsular. Que en pleno siglo XXI un porcentaje importante de la población catalana, la mayoría nacidos o educados después del franquismo, no se sientan españoles, e incluso se crean que Cataluña fue una nación invadida hace 300 años por España, sólo se puede explicar por el grave error cometido por el legislador constitucional de 1978, permitiendo que las competencias educativas fueran ostentadas por gobiernos nacionalistas. Hoy en día, hay en Cataluña más independentistas que en 1975; esto es un hecho indiscutible. En las imágenes de los colegios catalanes, viendo cómo actúa el profesorado sobre críos de 4 años en adelante, está el origen de esta gran estafa educativa. Es imposible pedirle a un adolescente nacido en Lérida, pongo por caso, que se sienta español, cuando desde que nació le han estado metiendo en la cabeza lo contrario. Ahí radica el problema y por tanto la solución. Aunque moleste a algunos, el Estado debe recuperar las competencias educativas en todo el territorio nacional y la correspondiente selección del profesorado. Ello no significa que se abandone la promoción de las otras tres lenguas españolas, pues el problema no radica en la lengua en la que se transmite el conocimiento; sino el conocimiento mismo que se transmite.

 

AUNQUE MOLESTE

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