Ferrol y la política, esa evasión

odo apunta a que la próxima Corporación del Ayuntamiento ferrolano estará presidida por Ángel Mato, apoyado en los votos de su partido, naturalmente, y en la residual izquierda variopinta, cuya aportación tiene igual valor cuantitativo que cualesquiera otra, eso sí es cierto. O sea, nada en la mano nada en la manga, “comme il faut”, los niños con los niños las niñas con las niñas, ya tenemos el pacto a la sinistra, todo muy convencional y escasamente imaginativo. Sin embargo, una consideración de análisis sin prejuicios ideológicos podría llevarnos a otras alternativas, a reconocimientos más ecuánimes de la realidad, y acaso a conclusiones de interés social de mayor justo arraigo, además de más potencialmente benéficas para la ciudad en su conjunto, en definitiva lo único que tendría que mover el interés prioritario de los intervinientes, por encima de planteamientos y estrategias de partido, mucho más tratándose de ámbitos de política municipal. Vamos, pues, a ver hasta dónde da el hilo de esta situación, y sus circunstancias, a la luz de los datos electorales obtenidos por cada una de las principales formaciones políticas. 
Resultó, como se sabe, elegido mayoritariamente y muy de largo el Partido Popular, con más del 40% de los votos, bien pasados los 14.000. A distancia importante le siguió el Partido Socialista, muy cerca del 30% de los votos, con redondos 10.000. Y ya después, con resultados mucho más testimoniales, el BNG, algo más del 7% de los votos, sobre 2.500 acreditaciones; y atención, que venía nada menos que de gestionar el gobierno municipal en la última oportunidad, FeC, que no llegó ni al 11%, sólo unas decenas por encima de los 3.600 votos. Ya me consta, claro, que quien lea ha de tener conocimiento de cuanto antecede, pero resulta seguramente interesante tener cerca, y a la vista inmediata, estos datos estadísticos, para reconocer en influencia positiva cuanto pretendo argumentar. 
De igual modo, de muy especial interés detenerse a considerar qué ocurrió con los resultados electorales de Ciudadanos, 5,6% de los votos, largamente pasados los 1.800, pero que finalmente se queda sin representación; una formación, por otra parte, con una raíz sociológica intercambiable con la del Partido Popular. Y así, desde luego, son de considerar todos los restantes, eso sí, ya mucho más simbólicos, de uno u otro signo, muy reconocibles en su voto enrabietado, a los que sumar, por último, otros grupos, en realidad conformados por familiares y amigos, o poco más, permítase la nota de humor. Todos ellos, nada menos que seis agrupaciones diferentes, acabaron sumando 2.224 votos, que ya es ganas de dar la turra con los caprichos, verdad. 
Con todo esto bien a la vista, a ver si se entiende, no parece razonable, y menos deseable, a poco que se piense, que el flamante nuevo gobierno municipal, con toda la carga emotiva de ilusión esperanzada que en él haya de depositarse, se fundamente, como uno de sus apoyos necesarios, imprescindibles, en el descrédito que a todas luces personifica el grupo político que protagonizó la etapa última anterior, FeC, cuya incompetencia quedó sancionada en las urnas sin paliativos, de un modo tan evidente y rotundo que exime de explicación ninguna. En cuanto a lo que supone, en formal reconocimiento, la influencia del BNG en la vida social y política ferrolana, queda atestiguada en su exigua proporción por ese precario caudal de votos, muy fidelizados, muy de prietas las filas, pero con unos datos en resultados reales, tan escasos, que mueve a toda melancolía, a pesar del encanto personal, en la distancia, de Ana Pontón. 
Y bien, una puntualización previa, necesaria, como soporte argumental de cuanto ha de seguir, a saber, el supuesto más deseable al que me referiré a continuación, en términos de conveniencia política, lo considero de aplicación universal ante supuestos idénticos en los que el partido político más votado lo sea tal con una diferencia sustancialmente muy significada respecto al segundo, verbigracia, el caso que nos ocupa en consideración, algo más de 4.000 votos a favor, en este caso, del Partido Popular respecto al Partido Socialista, en una ciudad como Ferrol. Idéntico supuesto, con una diferencia mucho más ajustada, ya no me movería, necesariamente, a las mismas conclusiones de recomendación. 
Es muy evidente, tienen que ser convenciones ideológicas, consignas de partido, atolondrados prejuicios de clase, o intereses de intención dialéctica semejante, lo único que puede llevar a la conclusión perturbadora de enfrentar a la ciudadanía, de obviar de manera tan intencional como desconsiderada a una muy mayoritaria proporción de ferrolanos, más del 40%, para en cambio hacerse a la compañía de Ferrol en Común, genuina representación del repudio cívico y espejo de todo fracaso, y en su caso, por igual, el BNG, cuyo mensaje nacionalista no tiene calado significativo en la sociedad ferrolana. No, así no es justo, ni será posible, acreditar ese gobierno municipal “estable, solvente y eficaz”, que desea conseguir Ángel Mato, por usar sus exactas palabras como declaración de intenciones, y es que su esencia estaría viciada de origen, y su proyecto político mutilado, al entregarse a estrictas consideraciones de disciplina ideológica, antes que al interés mayor y supremo servicio de la ciudad, su causa más justa y primera, en puridad, su única razón de ser, que no de estar. 
La audacia de sumar a la acción de gobierno municipal, nada menos que a las tres cuartas partes de la población, números redondos, precisamente agrupando las dos formaciones políticas más significadas en su alcance regional y nacional, con todas las posibilidades abiertas a la sociedad más amplia y vertebradora de la ciudad de Ferrol, precisamente en un momento clave, en cierto modo histórico y excepcional, en el que se vislumbra la prosperidad de un alto nivel de empleo estable, con la construcción de las fragatas como hecho acreditado, sería gesto saludabilísimo, señal de imaginativa inteligencia política, actitud consecuente para con el reconocimiento de cuál es el más recto y mayoritario expreso deseo de los ferrolanos, y en su virtud, garantía solvente de mejor futuro para esta ciudad, que está lejos de merecer cuanta íntima vergüenza hubo de pasar en los últimos años, soportando con indignación contenida y completo asombro, los desahogos y los desarreglos de tantos, tantas veces. Y me viene Alberti a la memoria, mira por donde, y en la memoria lo dejo para ser piadoso, y no acabar diciendo, verdad, lo que he visto, lo que fue de ver. 
Ya me consta, desde luego, que parece todo esto un ejercicio de ficción política destinado al fracaso, pero en contravenir esta previsión y en hacerlo posible estaría la grandeza de sus respectivos líderes, Ángel Mato y José Manuel Rey Varela, y su dimensión política, la expresión eficaz de su generosidad, habría de ser reconocida, y agradecida, naturalmente por la mayoría de los ferrolanos, además de que marcaría un tiempo histórico fecundo sin precedentes. 
Por cuanto antecede, si aspira Ángel Mato a presidir con dignidad de origen el Ayuntamiento de Ferrol, no puede, de ninguna manera, hacerse al voto cautivo, zarrapastroso y repudiado, de la corporación anterior, ni tampoco acogerse al exiguo auxilio del BNG. Y de igual modo, José Manuel Rey Varela, habría de hacerse al fundamental principio de generosidad por el que reconocer, sin desdoro, el gesto de su oponente socialista, al prescindir de apoyarse en los votos residuales de la izquierda variopinta, ofreciéndole la alternativa de diálogo para conformar un gobierno municipal de tan amplia y heterogénea mayoría. 
Desde este supuesto, casi es lo de menos la consideración de quién sería, o no, alcalde titular, porque una vez alcanzados acuerdos definitivos, de facto sería una alcaldía bicéfala, con funciones perfectamente definidas y diferenciadas, en corresponsabilidad gestora pero independientes en su estructura ejecutiva. Ya entiendo, cómo no, que el prurito personal de cada cuál, el factor humano, el ego protagonista, resulta inevitable, claro, y podría entorpecer en proporción importante acuerdo tan deseable; pues no, por favor, sea de confiar, en su caso, y de reconocer, siempre, la actitud más generosa, la entrega más decidida, por la ciudad, como superior altura de miras, muy especialmente ante la consecución de hito histórico semejante. 
Y porque parece que todo este corpus argumental merece alguna sugerencia de conclusión más clara y certera, será de ofrecerla, eso sí, a condición de explicar previamente que no han de moverme consideraciones personales de predilección política, antes al contrario, precisamente porque el espíritu que inspira todo cuanto vengo patrocinando tiene a la ciudad de Ferrol como fundamento anterior y superior a la praxis política, que nada digamos ideológica. 
 La persona de José Manuel Rey Varela ya fue alcalde de los ferrolanos, y creo yo que con una estimable nota alta en su gestión, tanto, que habría merecido ahora revalidar en ese mismo puesto su tarea en el gobierno municipal; al tiempo, es del todo reconocida su excelente capacidad de gestión, incluso en ámbitos de la propia izquierda política, eso sí, no lo vocean en exceso por explicables y muy comprensibles razones. Con todo, es muy claro que ahora mismo su posibilidad real de acceder a la alcaldía, de renovar su mandato, es ninguna, y así ha de constarle, en esa convicción estará. Entretanto Ángel Mato, curtido político socialista en variadas lides, a quien veo con recta intención de honradez, podría ser alcalde titular, estrenando cargo, a cuenta de la generosidad, precisamente, de Rey Varela, en gesto que le sería del todo reconocido, y presidiendo un gobierno de coalición entre socialistas y populares, que podría hacer magna historia a favor del desarrollo y la prosperidad futura de esta ciudad de Ferrol. 
Hace muchos años, cuando era yo un imberbe jovencito, había una celebrada serie de televisión, protagonizada por Tony Franciosa y Susan Saint James, entre otros notables, cuyo título “Audacia es el juego”, le viene que ni pintado a esta propuesta de colaboración política municipal que, en este momento, me parece lo más justo, equilibrado, consecuente y necesario, para Ferrol, en atención a cuanto expresaron los resultados de estas elecciones municipales últimas. A la tarea, chicos. Y si no, que os lo demanden. 
 

Ferrol y la política, esa evasión

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