ALEGRÍAS Y TRISTEZAS

La resaca del triste final del Sínodo de la Familia me impidió opinar antes sobre el nombramiento de Don Juan José Omella como Arzobispo de Barcelona. Don Juan José tiene una trayectoria sacerdotal impecable, llena de experiencias y tiene a bien ser de los pocos obispos respetados por todas las familias de la Iglesia española, desde la llamada “de base” hasta la más conservadora, aunque estos últimos lo manifiesten bien poco. 
Empecé a seguir a Don Juan cuando lo nombraron Presidente de la Comisión de Pastoral Social; lo he seguido durante todos estos años y siento por él un gran respeto. 
Para quien no lo conozca, les recuerdo que fue el Obispo encargado  de leer el texto de la Instrucción Pastoral sobre el Pacto Social contra la Pobreza aprobado en el último plenario de la C.E. Pero reposada mi alegría, no pude evitar cierta sorpresa por su nombramiento y no porque dude de su idoneidad, todo lo contrario; pero sí porque su perfil no es el del Obispo político al que nos han acostumbrado. Él suele permanecer al margen de los devaneos políticos, sabe muy bien cuál es su lugar y estoy seguro que su postura le acarreará, aunque no le guste, el liderazgo mediático que tanto necesitamos. 
No me cabe duda de que su trabajo va a tener mucha repercusión. Don Juan José, le deseo toda la suerte del mundo, que la tendrá y a mí solo me queda sentir envidia de sus diocesanos.
La alegría del nombramiento queda un poco empañada por culpa de los terribles atentados últimos. 
Ya no quedan palabras que decir, solo ratificarme en lo dicho en otras ocasiones; la violencia no se arregla con “el ojo por ojo”, entendiendo y defendiendo nuestro derecho y obligación a protegernos de quien nos ataca. 
El camino de la paz pasa porque las dos iglesias, juntas, trasmitan a sus fieles el respeto por la vida, aunque no es tarea fácil ni rápida. Pero hay que hacerlo, de lo contrario ocurrirá lo de siempre: los más débiles sufriremos más; primero los miles de refugiados que huyen del horror. 
Nuestra obligación es intentarlo y acoger a quienes tanto lo necesitan así como evitar más víctimas como Aylan.

ALEGRÍAS Y TRISTEZAS

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