n día vas y te mueres, así sin más”. Esta es la frase con la que Loquillo abría un artículo a raíz de la muerte de David Gistau, al cual, por cierto, no le tocaba ni de lejos. Pero aprovecho esto para hilar con que unos cuantos días más atrás también falleció Jose Luis Cuerda, y a mí me ha venido muy mal, la verdad. No soy yo de sentir una honda pena por la muerte de personas a las que no conozco, pero me da coraje que se marche gente que tiene, tenía, mejor dicho, mucho que aportar todavía a este mundo, y a su arte.
Como yo soy cinéfila, pues evidentemente me he visto todo lo importante de este señor e incluso tengo recuerdos muy exactos de los días en cuestión del visionado. Por ejemplo, unas dos o tres horas después de ver “La lengua de las mariposas” me desmayé porque estaba enferma y “Amanece que no es poco” la vi durante un viaje en tren Logroño-Coruña. Cada uno tiene sus fricadas y la mía es recordar cosas raras. Que le vamos a hacer…
La verdad es que Don Jose Luis nos dejó un trocito de mundo más higiénico, porque a mi entender él era un tipo libre que no tenía muy en cuenta a los cuatro papanatas de turno y hacía lo que le daba la gana. Nos dio humor y emoción a partes iguales creando historias fantásticas que quedarán para siempre en la memoria y eso está al alcance sólo de unos pocos, de los elegidos. O sea, todo un mérito.
Así que solo me queda suspirar, mirar al cielo y decir: “Cuerda, todos somos contingentes, pero tú eres necesario”.