Más allá del desbarajuste económico que acabará dejándonos la crisis del Covid-19, la realidad es que es una pena lo del confinamiento en los hogares en un momento en el que los precios de los carburantes están por los suelos. Jamás a los ciudadanos les vino tan bien un enfrentamiento entre los rusos y los árabes que ha llevado el barril de crudo a su precio más bajo en décadas. Con el diésel por debajo del euro, si no fuera por esto del riesgo de contagio, los conductores se lanzarían a las carreteras como un león hambriento al cuello de una gacela. Habrá que esperar.