Nada cambia

a nueva composición de la Conferencia Episcopal no invita a ser optimistas para el tan ansiado y necesario cambio de nuestra Iglesia Española. No parece que se den las circunstancias para que suene el despertador, salga de su escondite y deje de ser la Iglesia marmota en un invierno eterno. Los tiempos venideros de este mandato continuidad,  lo que si nos depararán será, no sé si llamarla simpática, alguna anécdota por parte del cardenal Cañizares,  que insisten que ha cambiado. A saber, que hay cosas que no cambian y a él le cuesta estar quieto,  callado y el trabajo en equipo, denominador común en el colegio Episcopal aunque  siempre dicen que cuentan con los laicos, a los que llaman fieles (nada que ver una cosa con la otra) no es una cualidad. 
Siempre que hay un nuevo gobierno, los comentarios de todo tipo no faltan, que sí son simpatizantes de Francisco,  que sí no lo son…; por qué Osoro se quedó fuera. Que sí resulta que la Comisión Ejecutiva es más moderada, y si la gaita suena o no. Da igual, porque todo es igual. 
Están a lo suyo y punto, porque los que pudieran sentirse incómodos o que desean decir o hacer cosas que no comparten con lo que la autoridad Episcopal manda, callan porque aún tienen miedo de la enorme influencia del cardenal Rouco que, casualidades de las votaciones, ha colocado a toda su gente, aunque no podemos pensar que un cardenal ya retirado pueda influir en la mayoría de los obispos electores de la Conferencia Episcopal y que ganen tan claramente sus devotos, y en esta caso sí, fieles seguidores. ¡Eso no pasa en la Iglesia! El silencio de quienes no se atreven a hablar hace más daño que la inacción de los demás, porque la Iglesia diferente a la jerárquica no está para bromas y tiene necesidad de voces que la saque de la desorientación en la que vive. 
Cada vez a los cristianos nos atacan más, en Europa y en oriente sin que se defienda a quienes comprometen su vida, dando la sensación de resignación y ocurre que viendo tal debilidad y ausencia de obispos que tiren del carro, aprovechan para intensificar su ataque.
La Conferencia Episcopal y los obispos que la dirigen callan, piden perdón y pontifican sobre sexualidad y ahí se quedan, como si tal cosa fuese lo único importante. Los que piensan diferente que esa mayoría “rouconiana” tienen que asumir lo que quizás sea su destino y ejercer el liderazgo que la Iglesia Española de muchísimos laicos y un número muy importante de curas necesitamos como agua de mayo. Vds. no estarán solos y seguro que la evangelización y catequesis se harán presentes de nuevo.
 

Nada cambia

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