La abuela Carmena no dejó de tener problemas con la movilidad –y no se trata de hacer un chiste de mal gusto sobre las limitaciones que impone la edad– durante los cuatro años en los que permaneció al frente del Ayuntamiento de Madrid. Casi recién investida alcaldesa, cuando aún presumía de que iba al despacho en el metro, la cazaron montada en el vehículo oficial; meses más tarde se presentó en la celebración del Día sin Coche también a bordo del automóvil de representación. “Uy, he metido la pata; no me he acordado y he cogido el coche, pero volveré al ayuntamiento en autobús”, trató de disculparse. La alcaldesa de Castellón, la socialista Amparo Marco, es una fiel seguidora de “la doctrina Carmena”. Durante la campaña electoral prometió con solemnidad: “Mi único coche oficial serán mis zapatos”. Dicho y hecho: ya ha comprado dos coches oficiales; eso sí, híbridos para que no contaminen mucho. Igual le hacían daño los zapatos, ¿quién sabe?