Las alertas sanitarias, los contagios masivos o pandemias ponen en evidencia la falta de unión de la comunidad internacional que únicamente miran para dentro de sus propias fronteras. A la mayoría de la clase política y gobernante únicamente les preocupa sus ciudadanos sin ser conscientes de que vivimos en un mundo globalizado, donde las fronteras son meras líneas burocráticas. La vida de las personas, independientemente del lugar en el que residan, deberían tener el mismo valor.
Lo que pasa en cualquier país nos afecta a todos y prueba de ello es la actual pandemia del coronavirus. Lo peor de todo es que realmente se adoptan medidas contundentes cuando se observan consecuencias económicas, cuando la preocupación fundamental tendría que ser la salud y la vida de las personas en general. La pandemia pasará con el tiempo pero la vida de los inocentes no tiene opción de ser recuperada.
Los virus no entienden de fronteras, de razas ni de estatus sociales aunque las consecuencias evidentemente son muy diferentes ya que influye la calidad y la fortaleza de los diversos sistemas sanitarios de cada país. Hay que pensar que de llegar el virus al continente africano podría darse una ola de contagios y muertes sin precedentes, según los expertos sanitarios.
En todas estas situaciones los modelos sanitarios son muy importantes de cara a la protección universal y gratuita de todos los ciudadanos ya que de lo contrario muchos ciudadanos, por falta de recursos, podrían poner en riesgo sus vidas y esto, además de injusto e insolidario es inhumano.