Un efecto llamada muy extraño

el Valle de los Caídos, hasta hace nada, era una inmensa cruz que los gallegos que viajan en coche a Madrid pueden ver en el horizonte poco antes de llegar a la capital de España. De hecho, se sabe que el final del viaje está cerca cuando se vislumbra el monumental crucifijo. Sin embargo, desde que Pedro Sánchez ha convertido en el leitmotiv de su mandato conseguir la exhumación de los restos de Franco del lugar, ha conseguido una especie de efecto llamada. Es decir, que desde que el Valle de los Caídos abre telediarios, son cientos los ciudadanos que se acercan hasta el lugar, atraídos, en buena medida, por el morbo que provocan siempre este tipo de polémicas. Si de verdad lo que busca Sánchez es que los restos del dictador salgan de allí, lo que tendría que haber hecho es realizar el trabajo en silencio y, una vez retirados, anunciarlo a bombo y platillo. Pero ya se sabe, eso no daría puntos en ese ranking demoscópico en el que han convertido la política.

Un efecto llamada muy extraño

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