Malos augurios

La noticia del día en fecha reciente fue que Arabia Saudí deja de pagar las obras del AVE a La Meca. ¿Razón? La caída de los ingresos procedentes del petróleo.
Mientras desaladoras, piscinas, grandes pistas de patinaje y de esquí con hielo artificial…, absolutamente todo, salía de los 140 euros/barril de petróleo y los jeques se hacían fabricar con oro sus coches, ahora que el barril de petróleo está a 30 euros vienen los problemas y los retrasos en el pago de certificaciones de obra en aquellas comprometidas con empresas españolas, pudiendo ascender a varios centenares de millones de euros, poniendo en riesgo la viabilidad no sólo del magno proyecto ferroviario que conectaría las ciudades santas de Medina y La Meca sino también la del metro de Riad, proyecto participado por FCC, mientras que el contrato con OHL para las obras del metro a Doha ya fue rescindido.
Se vislumbra un panorama grave para España y negro para las empresas que configuran el consorcio encargado de las obras de construcción, que también acometerían el mantenimiento: Adif, Renfe, Indra, Talgo, OHL, Ineco, Cobra… y más, todas españolas, con muchísimos ingenieros españoles trabajando allí. Como estas empresas se vean obligadas a empezar a echar gente, cualificadísimo personal, tanto los veteranos políticos patrios como los aspirantes, tan ocupados ellos en pactos para mejores repartos de sillas, butacas y despachos, demagogos de teletertulias y dogmáticos de Universidad expertos en pico que no en pala, se van a enterar y cuando lo hagan, ¿qué harán? Pues nada; seguir conectados largando pócimas doctrinales en Twitter y en Face.
La caída de ingresos-jauja que les proporcionaba a los saudíes el vivir también de jauja, vendiendo petróleo a espuertas, cobrándolo como querían y derrochando las pingües ganancias de forma tan estúpida como soez y hortera, les hace estallar bajo sus narcotizadas narices algo común con la Venezuela petrolera y explotadora del mismo monocultivo: la imperiosa necesidad de mejorar la formación de sus ciudadanos para mejorar la productividad del país y animar así al emprendimiento, única fórmula de reducir la dependencia de aquello que tan fácil vida les procuró hasta que la burbuja se les pinchó. ¿Y ahora…? ¿Son éstos, que se ven obligados a introducir duros recortes y drásticas subidas de impuestos, los que nos van a contratar las famosas cinco fragatas…?
Hay noticias que por sí solas reclaman ser puestas en cuarentena y hacer lo que decía el recientemente galardonado con el XII premio José Couso de Libertad de Prensa, Miguel Angel Aguilar: que “mediando inundación… lo que urge es agua potable”, la cual suele ir acompañada de analíticas para saber que es apta para el consumo.
Pues algo así parece que hace falta aplicar al aluvión de gozosas noticias relativas a Navantia porque tras los largos períodos de angustia infligida a los trabajadores, a mes y medio de unas elecciones y con un presidente en funciones entregado a sus habanos diciendo que por el bien de España se siente imprescindible, resulta llamativo que el 29 de Abril se pongan simultáneamente en Navantia Ferrol y Cádiz las quillas al quinta y sexta Buque de Acción Marítima para la Armada española; el 30 de abril tenga lugar en Estambul un acto porque Turquía inicia en los astilleros de Sedef la construcción de un LHD para la Armada turca diseñado por Navantia Ferrol y, finalmente, el pasado 4 de mayo Navantia Ferrol firme con la Marina australiana la construcción, en el propio Ferrol, de los dos buques de aprovisionamiento en combate cuya construcción estaba prevista acometer en el país austral, donde se encuentran de forma permanente delegaciones abiertas con medios técnicos y humanos suficientes para garantizar la correcta transmisión de tecnología, enseñanza a su propio personal (que era de lo que se trataba…) y dar el servicio de mantenimiento posterior.
Por tanto, como del agua fría el gato escaldado huye, la precaución obliga a exclamar un “ya veremos en qué y cuándo se sustancia”. Aún con todo, las esperanzadoras noticias contrarrestan los malos augurios que pesan sobre las empresas aludidas al principio y frente a ello no se ve otro camino que cambiar radicalmente el sentido de vida del país, de derroche en construcciones inútiles..., duplicidades administrativas…, y poner el país en producción con todos los medios ecológicos a nuestro alcance, que no son pocos, con lo que además de bajar el Presupuesto un 200 por ciento, viviríamos de forma menos dependiente. Y más saludable.
 

Malos augurios

Te puede interesar