ABRIR LA PUERTA

Tengo que reconocer que llevo unos cuantos años Santos a mi espalda, o sea, en la mochila de periodista, cubriendo la información de manera presencial –como informador de a pie–, o –indirectamente– dirigiendo equipos para hacer una retransmisión en  directo. El primero que recuerdo como informador/colaborador data del año 1971, y ya como profesional del periodismo en el año 1976.
Mi largo caminar por los Xacobeos –como los bautizó el equipo de Portomeñe– significaron un conocimiento más exacto de esa gran realidad que se llama Santiago y el final del Camino de las estrellas para llegar a la tumba donde se encuentran, según los documentos escritos, los restos del discípulo de Jesús.
Una realidad de gran importancia para el funcionamiento económico de una ciudad que se creó creciendo alrededor del templo central –la catedral– y que ha sido centro y final en todos los tiempos de la Europa que ahora conocemos de forma unida y que como dijo el papa Juan Pablo II tenía que volver, como de hecho intenta hacer, a sus viejas raíces.
La cadencia para la celebración de los años Santos es de 6, 5, 6 y 11 años. Ahora estamos en la más larga, la de once años, para que, oficialmente, en el 2021 los peregrinos puedan llegar al final del Camino cubriendo lo que ellos consideran de gran importancia: cruzar el arco de la Puerta Santa.
El Año Santo es una gran inyección económica para Santiago, en particular, y Galicia en general. Los que llegan siguiendo los múltiples caminos y vías de comunicación y que lo hacen por motivos diversos -religiosos, culturales, turísticos, etc.- son potenciales consumidores de nuestros productos aumentando el consumo interior bruto de esta tierra, o si lo prefieren el PIB gallego, que subió entre el 0,3 y un 0,4%.
Mis informadores catedralíceos me dicen que el cabildo de la catedral de Santiago está por la labor de que en el mes de diciembre –quizás como es tradicional el día 31– se abra la Puerta Santa para conmemorar el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, convocado por el papa Francisco en la bula Misericordiae Vultus. Una decisión que van a estudiar con más detenimiento y que será trasladada al arzobispo.
Los compostelanos,en general, y los que viven del turismo, en particular, agradecerán que las viejas piedras que tapan la puerta y las verjas de hierro, caigan y se abran, respectivamente, para que podamos pasar bajo el arco de la puerta y penetrar en la basílica. Algo que también tendrá su repercusión las arcas de la catedral en estos tiempos difíciles en los que se acumula el gasto para el mantenimiento, reforma y rehabilitación del templo.
No podemos olvidar que en el último año Santo llegaron a Galicia nueve millones largos de visitantes, y los peregrinos que pasaron por la oficina para retirar La Compostela fueron 272.135.
Abrir la Puerta, creo, es el deseo unánime de todo el mundo. Los canónigos compostelanos tienen la última palabra.

ABRIR LA PUERTA

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