Esto está que arde

Se avecina la gran batalla. Nuestro héroe, que consiguió que Galicia siga en pie. Que no se fracturase –ahí quería ver yo al del caballo blanco en la batalla de Clavijo; al Guerrero del Antifaz, frente a los malos o a Roberto (Alcázar) con su Pedrín defendiendo a España ante el frente popular (no confundir con los populares que tienen un difícil frente en los juzgados por corrupción, bien solos o en compañía de muchos) y metemos en este lío al corredor de fondo, don Mariano, que entre marchas y la tele, reflexiona sobre lo que le dice Rivera “vamos a que gane Rajoy las elecciones aunque no se lo merece” (tiene gracia ¿eh?, hacer presidente a un paisano que no debe serlo) y, ya puestos, volvemos a la terra chá para comprobar que en aras de lo que llaman “generosidad” se ha quemado Podemos y quedamos a la espera de medir hasta dónde llega la marea…
Se quema el monte y cuentas los periódicos que María del Carmen, entre sus “chisqueiros” tenía uno con la frase “Amo a Galicia” y es que hay amores que matan y amores que mueren. Del fuego eterno ya nos han dicho de todo y del eterno fuego que castiga a Galicia no siguen diciendo lo mismo: dos investigadores en historia ambiental y rural, que se trata de malas políticas que han llevado al abandono del rural.
Los sindicatos CCOO, UGT, CIG y CSIF se quejan de la privatización y precariedad del servicio y acusan a la Consellería de Medio Rural de un dispositivo fragmentado y privatizado que condena a los trabajadores a unas condiciones laborales injustas y precarias.
Os Amigos da Terra acusa a la Xunta “de pedir ayudas a los ciudadanos, después de aprobar leyes que los perpetúan” y el BNG acusa a la administración gallega de haber alimentado la industria del fuego con medidas como la recalificación de terrenos calcinados…
Menos mal que nuestro gran héroe tiene la solución en el hombre del tiempo, el parte de la tele, pues la culpa es de la ausencia de lluvia, las temperaturas muy altas y vientos muy intensos. Y es que una cosa, queridos conciudadanos, es apuntalar Galicia, para que siga en pie y entera (aunque un poco quemada la tierra y sus terrícolas) y otra conseguir que llueva a gusto de todos. En eso están ya Mariano y Rivera: un gobierno que no le guste a nadie. Y si además escampa la lluvia fina de la corrupción, bingo.

Esto está que arde

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