Revueltas bajan las aguas de Podemos. En la estela de tantos partidos de izquierdas como en el mundo han sido, se cumple el “fatum” de la división. La tentación cainita. Con aires ya de guerra abierta entre facciones y descalificaciones personales subidas de tono. La eterna disputa por el poder. Así que pasaron de la calle al Congreso y los ayuntamientos, la fraternidad de los primeros dio paso a las ambiciones personales. Hay amistades de años que han quedado arruinadas.
El nombre de Pablo Iglesias está en boca de todos, pero ha cedido en el corazón de muchos. El de Errejón recibe puñaladas de pícaro de emboscados en el anonimato de las redes. Todo destila el aroma acre de las purgas en ciernes. A Errejón, Iglesias le había ofrecido ser el candidato de Podemos a la Alcaldía de Madrid en las elecciones de 2019. Algunos de los fundadores del movimiento han dado un paso a un lado. Otros han denunciado a la camarilla que según su decir tiene secuestrado al jefe a quien hasta ahora nadie discutía.
Podemos se ha transformado en foso de gladiadores. Nadie habla bien de nadie. Lo que uno de ellos ha descrito como la “máquina del fango” funciona a tope pero esta vez la hormigonera no procede de medios de comunicación hostiles. Esta vez vomita desde dentro y hacia dentro. El mal rollo lo impregna todo. Hasta tal punto que alguno de ellos ha llegado a comparar a Iglesias que con Franco y Sadam Hussein.