Semana importante o frustrante, según lo que vaya a ocurrir. Sobre todo, en ese encuentro entre Pedro Sánchez y Pablo Casado. Dice el portavoz del PP, Martínez Almeida, que el presidente de este partido está dispuesto a llegar a pactos, en función de lo que se le diga en La Moncloa. Y Pedro Sánchez insistió, de nuevo, en que la oposición, o sea, los ‘populares’ (porque de Vox nada puede esperarse), tiene que ‘arrimar el hombro’. Lo que no dice es si piensa ofrecer algo a su interlocutor para que esto de ‘arrimar el hombro’ se convierta en realidad.
Permítaseme adelantar algunas sugestiones para facilitar la a mi juicio imprescindible cooperación del PP con el Gobierno del PSOE –del PSOE, digo–. Algo que, a mi juicio, podría perfectamente resumirse en lograr que Pedro Sánchez pueda dormir a pierna suelta, venciendo la que él mismo dijo que es su principal fuente de insomnio. Es decir, su vicepresidente Pablo Iglesias.
Pienso, en primer lugar, que, ya que no se atreve a prescindir de Iglesias y sus adláteres, bien podría Sánchez transmitirle a Casado que el vicepresidente segundo, frontalmente enfrentado, por cierto, con las tres vicepresidentas, no va a tocar bola en las cuestiones clave de la gobernación del país, de manera especial en la elaboración de los Presupuestos. O sea, más o menos como ahora.
Sería importante que Sánchez se comprometiese a mantener al menos un encuentro a solas cada diez días con el líder de la oposición; es inconcebible que no se hayan visto en los últimos cuatro meses. Y que tratase de convencer a Casado para que se involucre en tareas de representación del Estado, tanto en el plano exterior como en el interno. Nada ocurriría, por ejemplo, si el presidente del PP estuviese presente también en las conferencias de presidentes autonómicos. Y nada hubiese ocurrido, incluso, si se le hubiese invitado a desempeñar un papel en la conferencia en la Casa de América ante empresarios y sindicatos; otra cosa es que el presidente del PP hubiese aceptado.
Hay que dar, en definitiva, a Pablo Casado un trato de verdadero líder de la oposición, con el respeto y el reconocimiento debidos y admitiendo que el concurso del PP será necesario para elaborar y, en su caso, aprobar los Presupuestos. Y lo mismo sea dicho acerca de parcelas clave en el funcionamiento de España, desde el gobierno de los jueces y el Tribunal Constitucional hasta el fin de la eterna ‘provisionalidad’ en RTVE. Y tantas cosas más.
El país necesita el entendimiento entre las dos principales fuerzas políticas, porque no es el momento de hablar de ‘derechas’ e ‘izquierdas’, sino de la reconstrucción, nada menos, de una nación en fase seriamente deprimida. No sé qué más tiene que ocurrir para que este acercamiento se produzca. De momento, los empresarios ya han lanzado su mensaje en la ‘cumbre’ de este lunes, la del ‘España puede’: ellos sí arrimarán el hombro, aunque puede que no les guste del todo lo que el Gobierno hace. Pero España no podrá si el pacto, también político, no se produce. Y no será con meros llamamientos a que el PP ‘arrime el hombro’ como eso se producirá. Sánchez tiene que entender que eso de ‘arrimar el hombro’ se ha de engrasar con ofrecimientos y aceptando las demandas de la otra parte.
Por otro lado, Casado habrá de reflexionar acerca de lo que le ocurrirá a él, y a su partido, en el caso de que Sánchez logre aprobar unos Presupuestos sin el PP. No me siento demasiado optimista ante el resultado del encuentro, pero ni se me ocurre pensar que de esta reunión no salga algo, pasos hacia el aliento y la esperanza.