¿Sabe alguien dónde están los pintores en Ferrol?

a tradición pictórica de Ferrol arranca del notable nivel profesional de pintores y delineantes que trabajaron el siglo XVIII en el Arsenal ferrolano, incluida la Escuela de Guardiamarinas. Esta tradición fue continuada por la Escuela de Artes y Oficios, primera de su clase en Galicia, donde, desde fines del siglo XIX, se formaron generaciones de pintores, dibujantes y artistas ferrolanos.  
 Como resultado, Ferrol dispone de una importante nómina de pintores, encabezada por un trío de fama nacional: Agustín Robles, Pérez Villaamil y Álvarez de Sotomayor, continuado por Emiliano Balás, Eduardo de la Vega y Vicente Díaz. Siguió luego la generación de alumnos de la citada Escuela: Bello Piñeiro, Segura Torrella, Máximo Ramos y Díaz Baliño. Más tarde aparecen José Leyra, Francisco Yglesias, Tomás Barros y López Porta, entre otros, y sin citar a notables pintores hoy en activo.  
Existe una continuada afición a la práctica de la pintura en Ferrol, con especial, para algunos excesiva, dedicación a la temática paisajística. Esto originó una abundante producción pictórica reflejando diversas facetas del paisaje de tierra y mar de la comarca ferrolana, por parte de artistas de gran entrega vocacional, convirtiendo a Ferrol en una ciudad pródiga en pintores, hecho no tan habitual en otras localidades. 
 Con el tiempo se formaron diferentes asociaciones de artistas: AFFA, Sociedad Artística Ferrolana, Liceo Europeo de las Artes o NARART. En este panorama se mueven las nuevas y veteranas galerías de pintura: Arboreda, Art-Idea, Enrique Vázquez, Estudio 46, Foro Platas y Van Gogh, o las abundantes escuelas de pintores; todo ello ante la continuada desidia municipal para fomentar la difusión y conocimiento de la pintura local. 
El Concello de Ferrol posee varios centenares de obras de pintura, muchas de ellas cedidas, de artistas locales o afincados en Ferrol, unas arrinconadas de cualquier forma en locales municipales y otras colgadas, por ejemplo, en las escaleras o en salas cerradas al público de la Casa del Concello, cuando, como sabe todo el mundo menos los munícipes, el edificio del Ayuntamiento solo debe colgar en sus paredes obras institucionales y retratos de personajes importantes, y no los paisajes del río Belelle y la Frouxeira. 
Es vergonzoso que después de cuarenta años de Concellos democráticos no se haya elaborado y dado a conocer un catálogo de los desperdigados fondos artísticos municipales. Ferrol, cabecera de una amplia comarca, no dispone de un Museo de la Ciudad, como tienen localidades de menor entidad, para poner en valor el Patrimonio Cultural de una ciudad de historia propia, una urbe que se dice ilustrada y que tiene el título de ciudad desde el año 1858. 
Mientras tanto, el Hospital de Caridad, dispone de una magnífica pinacoteca, la mejor de la ciudad en su género, casi cien obras, en su mayoría retratos y obras de temática religiosa, catalogadas desde el año 1995. El Casino Ferrolano ha inventariado hace años una notable colección de trescientos cuadros, la mayoría procedentes de sus exposiciones. La Sociedad Artística Ferrolana dispone de una importante pinacoteca de un centenar de obras. Otras dos entidades ferrolanas, el Ateneo Ferrolán y el Coro Toxos e Froles, poseen un buen número de obras, desconociendo si están catalogadas. 
 En esta amplia relación cumple incluir a la Armada, con una interesante colección de más de trescientas obras colgadas en el Museo Naval y otras dependencias de la Marina, recogidas en una publicación del año 1984, un inventario desigual e incompleto, que no incluye muchas obras repartidas por la antigua Capitanía General y otros edificios navales. 
 Mientras continúa la dejadez municipal, el veterano pintor ferrolano José González Collado está exponiendo en su galería particular una interesante muestra bajo el título genérico de “Años de niñez”, una colección de acuarelas de su peculiar estilo. De la misma forma, el grupo pictórico “Ancla”, en su día formado por más de veinte integrantes, celebra sus primeros cuarenta años con una meritoria exposición en el Museo Naval.
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