En vísperas de que finalice el plazo para la presentación de la declaración de la renta tomo prestada para titular este comentario la leyenda de una viñeta de Idígoras y Pachi (El Mundo, 30.12.2019) en la que aparece Jordi Pujol y al leer en el periódico la noticia “Prescribe el fraude fiscal de Pujol”, el ex president exultante pronunció esa exclamación con una sonrisa de oreja a oreja.
Ocurrió el 24 de diciembre de 2019 y los periódicos coincidían en el titular: “Hacienda revela un fraude de 885.000 millones de euros de Jordi Pujol en el año 2000, ya prescrito”. El ex president dejó de tributar esa cantidad por la fortuna oculta en Andorra y la responsabilidad penal y tributaria ha caducado, “ya no puede ser condenado por un delito contra la Hacienda Pública, ni al pago de la sanción y los intereses”.
Desconozco por qué se dejó prescribir ese fraude y tampoco sé qué otras instituciones, además de la Agencia Tributaria, son las responsables de la incomprensible impunidad de Pujol. Parece claro que hubo mucha negligencia en investigar a quien robó el dinero de los ciudadanos, que eso es defraudar a Hacienda.
La negligencia política y judicial también consintió el caso de Banca Catalana y el saqueo de Cataluña con las comisiones del 3 por cien para la financiación de Convergencia y enriquecimientos personales. ¿Cómo explicar tanta “barra libre” económica y fiscal del ex presidente y su familia durante tantos años? ¿Por qué las élites políticas madrileñas “compraron” la imagen del Pujol austero en Cataluña mientras llevaba bolsas de billetes a Andorra?.
Recordar la prescripción de los 885.000 euros es siempre indignante, pero irrita mucho más a los ciudadanos cumplidores un día como hoy, obligados a pasar mañana por caja con su declaración del IRPF. Sabiendo, además, que la negligencia con los Pujol contrasta con la vigilancia que el fisco ejerce sobre los ciudadanos y viendo cómo la Agencia Tributaria cae con todo su peso sobre los que cometen un pequeño error al presentar su declaración.
En marzo, cuando reapareció el asunto de las comisiones del Rey emérito, circuló por la red una foto de Pujol sonriente con este soliloquio: “El Rey Juan Carlos se llevó 100 millones de comisiones del AVE a la Meca y le montaron una cacerolada. Yo me llevé 350 millones y tengo a toda Cataluña en silencio”.
La percepción popular es que ni la Agencia Tributaria, ni jueces, ni políticos o investigadores privados se atrevan con ex molt honorable y debe ser por lo que dijo en el Parlament: “si se siega una rama del árbol caen todas las demás”. Con lo que este caso obliga a concluir que “Hacienda somos todos”, pero unos más que otros”. ¡¡Viva España, coño!!”.