La utilización del Falcon presidencial para desplazamientos fuera de la agenda oficial es la manifestación de lo que antaño se llamó la erótica del poder. No todos los inquilinos de La Moncloa han sucumbido a esa atracción. Quien se deja atrapar muestra una complacencia gozosa hacia el poder y sus privilegios. Es la parte placentera de la cosa.
El resto, salvo en legislaturas con mayoría absoluta, todo es incertidumbre. Para Pedro Sánchez todo parecía ir mejor de lo previsto hasta que empezaron las dificultades. Algunas muy serias. Tanto que amenazan la estabilidad del Gobierno. Es el caso del techo de gasto que puede encallar la negociación del Presupuesto del año que viene porque el PP votará en contra en el Senado y porque el prófugo Puigdemont que tiene el mando a distancia de los ocho diputados del PDdCAT en el Congreso, está dispuesto a cobrar la factura del apoyo a la moción de censura imponiendo condiciones inasumibles en las negociaciones del “procés” separatista.
Son dos campanazos que anuncian el final de la luna de miel con el poder. Con lo bien que iban las cuentas del cambio de tendencia en las encuestas. Cuentas que en algún momento hicieron pensar que de seguir así, en unos pocos meses, el PSOE podría volver a ser la primera fuerza política del país. Un argumento de mucho peso para disolver la Cámaras y convocar elecciones. Parece que era un plan pensado para el 2019, tras conocer el resultado de las elecciones autonómicas en Andalucía, donde los socialistas tienen una base muy sólida para repetir por enésima vez un triunfo electoral.
Pero a la vista de los últimos acontecimientos que el Gobierno admite que pueden desembocar en un bloqueo parlamentario –“Nadie está pensando en adelantar elecciones aunque nadie va a resistir más allá de lo razonable”, palabras de la ministra Celaá–, todo apunta a que las elecciones pueden estar mucho más cerca de lo que muchos pensaban. Sin ir más lejos, en octubre de este año. No tendrá Pedro Sánchez otra oportunidad mejor para intentarlo con alguna probabilidad de éxito aprovechando que el PP está reorganizándose tras la caída del marianismo y que Ciudadanos no parece haber superado todavía la “pájara” del error táctico que cometió en la votación de la moción de censura. Veremos en qué queda la cosa.