LOS políticos no suelen ser muy dados a hacer autocrítica. Lejos de ello, lo normal es que piensen que ellos están en lo cierto aunque sea una multitud la que les dice lo contrario. Por ello, nadie se puede extrañar de que Mariano Rajoy compareciera el pasado viernes en rueda de prensa para analizar los resultados de las elecciones catalanas y que, en el fondo, diera la sensación de que hasta estaba satisfecho. Es evidente que no puede ser así ya que es difícil calificar los resultados obtenidos por los populares en los comicios con una frase que no lleve, necesariamente, las palabras monumental debacle. Es de suponer que el propio Rajoy lo sabe, habría que ser muy tonto o autocomplaciente para no darse por enterado después de que el PP haya quedado reducido en el Parlament a mero comparsa perdido en el grupo mixto y teniendo como compañeros a los cuperos. Por ello, más allá de las declaraciones, los analistas están esperando a ver cuál es la primera cabeza que se corta desde La Moncloa. Se da por hecho que hay un buen número de candidatos para ir al cadalso. FOTO: Mariano Rajoy, en plena campaña