Sufridos pensionistas

Las pensiones siempre han sido un caballo de batalla para aquellos que se jubilan y piensan que se han solucionado sus problemas. Lejos de llegar a esa conclusión, que sería la más loable, se ven envueltos en las más lúgubres tinieblas de los gobiernos de turno, que sin compasión les miran como algo molesto, ignorando el esfuerzo y el bienestar social que aportó su trabajo para consolidar esta sociedad que nos envuelve a todos en un enigma. ¿Cobraré mi pensión cuando me retire? Mientras que los que la perciben se asustan pensando que, en cualquier momento, se les pueda dejar en la miseria.
Esta reflexión viene a cuenta de unas desafortunadas declaraciones del que fuese ministro de Economía Carlos Solchaga, quien argumentaba que los pensionistas no han pagado la mitad de lo que perciben. Posiblemente, tenga razón en que la clase política no ha pagado ni la mitad de lo que dice, cuando muchos de ellos están cobrando más de lo debido; eso sí, por ley hecha a su medida, muchos de los cuales cobran tres y más sueldos mensuales incluida la pensión correspondiente, además tienen una cotización de sus haberes al 60% y el resto es libre, cosa que no acontece con los demás ciudadanos. En nuestra Carta Magna, dice: “Todos los españoles son iguales ante la ley”, pero eso es una entelequia para el resto de los que no forman parte del clan político.
El antiguo ministro de Economía, debe aportar más inteligencia a su producto imaginativo y argumentar lo que se puede hacer y no lo que no necesita que diga. El mejor acuerdo sobre pensiones radica en el llamado Pacto de Toledo y su garantía tiene que ser recogida en la Constitución, la subida anual debe ser del mismo porcentaje, al menos para las pensiones mínimas que el índice del costo de la vida, sin excepción alguna, para que nuestros pensionistas peor pagados tengan asegurada la revalorización de las mismas, sin la pérdida de poder adquisitivo que han sufrido durante los años de crisis, que recayó sobre las nóminas de los trabajadores, autónomos y pensionistas. La clase política no desvalorizó sus sueldos y el gasto público siguió creciendo a pasos agigantados, sin que el Gobierno tomase medida alguna para reducirlo en aquellas partidas no productivas, que es en donde se puede meter mano y es por donde se marcha un dinero muy necesario para el gasto social.
De modo que Carlos Solchaga, es el que menos tiene que decir sobre las pensiones, al ser un privilegiado del sistema político, al que no se eligió para vivir ricamente, sino para servir a su pueblo. Su carga recae en los contribuyentes, sobre sus espaldas y viven muy por encima de lo que se presupone que un político debe hacer a cambio de velar por los ciudadanos. Por lo que se observa, cada uno va a lo suyo, que es asegurarse un asiento y otras prebendas en el grupo de dominio del poder. Un sufrido pensionista tiene bastante con poder llegar a fin de mes, que trabajo le cuesta. No hay constancia de ningún político que haya salido pobre de su cargo y cobre unas pensiones de miseria. Ahí está la diferencia entre unos y otros, cuando la pensión mínima debería estar por encima de los 1.100 euros mensuales, vamos lo que debería cobrar Solchaga.

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