Reggaeton

En días aciagos para los derechos de la mujer trabajadora, discriminada laboral y salarialmente respecto de sus homólogos masculinos, y ante la avalancha de casos de violencia de género que salpican transversalmente cualquier punto de nuestra geografía, grupos de edad y clases sociales, me van a permitir que me detenga en algo tan aparentemente trivial como esa música que se ha puesto de moda entre la juventud. El reggaetón, en efecto, bajo la envoltura de ritmos pegadizos y bailables, y al amparo de voces populares en el mundo latino en general, encierra un verdadero bagaje de letras vejatorias y humillantes para la mujer, a la que cosifican y convierten en meros objetos de deseo sexual, desprovistas de voluntad, de sentimientos y de capacidad para negarse a los requerimientos más sórdidos que se le puedan ocurrir al letrista de turno. La libertad de expresión y de creación no debe de tener más límites que el respecto a los demás, y a sus derechos más elementales, por eso sería bueno que esa misma juventud empezase a cuestionar ese tipo de mensajes misóginos inaceptables.

Reggaeton

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