Son ya muchos los españoles que empiezan a creer que, a lo mejor, no es tan malo que vayamos a unas nuevas elecciones. En el entorno de Ferraz ya se empieza a ver esa posibilidad como algo factible. Y más después de las demostraciones de lealtad que están recibiendo de sus socios. Los de Pablo Iglesias, desde luego, están poniendo muy alto el listón de lo que a partir de ahora se puede considerar felonía. De entrada, en el País Vasco, han presentado un proyecto de nuevo estatuto en el que, por supuesto, se recoge el derecho a decidir y, por lo tanto, a la autodeterminación. Mientras, en Madrid, en la Comisión Permanente, han decidido no votar a favor del decreto que dificultará la creación de la “ciberrepública catalana” y, por si fuera poco, respaldan una especie de referéndum para votar sobre la monarquía. Vamos, que si Pablo Iglesias (el de Ferrol, el fundador del PSOE), levantara la cabeza, se sentiría tan descolocado como lo están Felipe González, Ibarra, Guerra, Bono o Francisco Vázquez. Ellos tuvieron el mérito de hacer la Transición y ahora ven cómo la ambición desmedida de Sánchez puede hacer saltar por los aires todo su gran trabajo.