Carolina Bescansa ha reprochado al partido que ayudó a nacer, Podemos, que esté perdiendo la oportunidad de presentar un proyecto para España y sin embargo esté demasiado pendiente de los independentistas.
Es curioso ver como la “foto” de los que hoy mandan en Podemos poco tienen que ver con la “foto” de los fundadores de Podemos.
Acaso porque Pablo Iglesias tiene más instinto y ambición política que quienes fueron sus compañeros de aventura, y por eso se ha hecho con el santo y seña de la organización.
En realidad, cuesta comprender la postura de Podemos respecto al problema de Cataluña como en tantas otras cuestiones.
A veces me pregunto qué va a pasar con todo aquel caudal de ilusión de tanta y tanta gente que apostó por Podemos.
Lo cierto es que la nueva dirección ha ido apagando las voces críticas. La respuesta que se ha dado a las palabras de Bescansa es un ejemplo. Como en su día lo fue el “tratamiento” que dieron a Íñigo Errejón.
Al final, en Podemos hay un hiperliderazgo, el de Pablo Iglesias y poco más. Y eso sí, todo aquel que se sale de la línea oficial es laminado, apartado, ninguneado. Pongan el verbo que prefieran. Y es una pena, porque de esta manera la organización prescinde de algunas de sus mejores “cabezas”.
Pero yendo al fondo de la cuestión que es la que ha señalado Carolina Bescansa, para los ciudadanos de a pie incluidos los muchísimos simpatizantes de Podemos, es difícil comprender cuál es exactamente la posición de la organización ante el problema del desafío secesionista de Cataluña.
No basta con criticar al Gobierno y decir que todo lo hace mal, sino saber qué cree Podemos que se debe de hacer cuando nada menos que un gobierno autonómico declara que las leyes de las que nos hemos dotado democráticamente todos los españolesya no rigen en esa parte del territorio.
Vivimos en vísperas de lo que podía ser una catástrofe si el presidente catalán, Carles Puigdemont, se atrincherase y no convocase elecciones. Y lo que haga y digan los dirigentes de Podemos al respecto es importante para muchos millones de ciudadanos, no solamente para los que les han votado.
Por eso no es baladí la reflexión de Carolina Bescansa por más que haya sentado rematadamente mal en las filas podemitas.