MARCOS D.R. tiene 42 años, la misma edad que muchos millones de personas en todo el mundo. Fue detenido por amenazar de muerte a su expareja, una machada que practican muchos menos millones de personas. O sea, ya vamos individualizando. Defecó en el calabozo, estampó las heces en la pared e intentó atascar el váter con su pantalón. En el juzgado intentó denudarse y orinó en el vestíbulo. Semejante conducta es una exclusiva suya. Por cierto, la jueza lo envió a la cárcel. Lógico, un espécimen así merece una protección especial.