DESIERTO no es una palabra propia para Cataluña; sí, en cambio, para el Magreb, es decir, para España, como diría el alcalde de Blanes. Miguel Lupiáñez –por cierto, nacido en Las Alpujarras, pese a que se considere danés–, pero resulta que la Generalitat ha declarado “desierto” el concurso para la compra de urnas para el referéndum. Igual ninguna empresa quería pagar el 3% por la concesión, ¿quién sabe?; o quizá no se escogió bien los posibles proveedores, porque se hace el encargo a los chinos y en dos días entregan todas las urnas que haga falta y si es necesario hasta con las papeletas dentro, por supuesto, cumpliendo a rajatabla con el resultado que se les haya ordenado. Y si no, malo será que no aparezcan entre la basura de un supermercado unas cajas de cartón que no se puedan reciclar.