Ha perdido frente al poder del Estado. Y de la Unión Europea. Y con los del Ibex, que se marchan de Barcelona. Y ha perdido con los medios de comunicación, entre ellos los más potentes de Cataluña. Y en las encuestas, para lo que valgan. No ha habido referéndum válido, les han descubierto a ustedes un montón de trampas en la jornada electoral, algo quizá aún más lesivo para la democracia y la buena imagen en el exterior que los excesos policiales en algunos puntos contra los votantes. Y ahora ha perdido usted la calle, que era lo único que le garantizaba el abrazo del oso de la CUP. Quizá haya perdido hasta el apoyo incondicional de buena parte de los mossos, que viven una infernal dinámica interna. Imposible, así, salvo rapto de locura, declarar la independencia de manera unilateral. Una declaración que, a estas alturas, iría contra casi todos, menos el vicepresidente Junqueras, la señora Forcadell y ese conseller de Interior tan peculiar, el señor Forn. O el no menos racial Romeva. Pancho Villa se hubiera sentido perdido con ese ejército.
Y, lo peor para usted, está a punto de perder no la batalla, sino la guerra, contra el mismísimo Rajoy, que aún no ha comenzado a calentar para lanzarse al ring. O eso, al menos, parece, que las procesiones siempre van por dentro. Creo que el presidente, siempre tan reacio a compartir chismes con los chicos de la prensa, ha dado un par de entrevistas que, más que al conjunto de la ciudadanía, le estaban destinadas a usted: cuidado, Carles, con lo que haces, no vayamos a pasar a mayores. Nunca he sido partidario de soluciones drásticas, excepto cuando la otra parte no te deja otra salida; y, hasta el momento, usted, ustedes, no han dejado salidas. Y no lo digo yo desde Madrid, sino que lo dicen los empresarios que se van, los manifestantes que salen, lo dicen los editoriales de los periódicos que supongo que ustedes leen, porque son periódicos consolidados en Cataluña por catalanes. Y ahora lo dice Rajoy, que se empeña en el “no” al diálogo con usted que otros le piden.
Ha perdido usted, señor Puigdemont, porque no se puede pelear contra el Estado, contra la Caixa, Agbar, Gas Natural, Foment, el Círculo Ecuestre y contra los que mandan en el edificio Europa en Bruselas. Además, por supuesto, de que no se puede pelear contra Rajoy y todos los resortes que Rajoy maneja, no con demasiada destreza posiblemente, pero los maneja porque están a su disposición. ¿Tan difícil es entender que no se puede, en aras de una vana e irrealizable ilusión, comprometer el bienestar y la seguridad de todo un pueblo? ¿Se trata apenas de “dar una patada” en salva sea la parte a Rajoy? Pues menudo objetivo político; consuélese, por lo demás, porque el presidente del Gobierno también tendrá que pagar una factura por lo que ha hecho y sobre todo por lo que no ha hecho; pero será más tarde y será menos elevada que la suya, señor Puigdemont. Porque, a este paso, no va usted a salvar ni los muebles. Y eso no nos conviene ni siquiera a quienes nos sentimos tan lejos de usted que nos atrevemos a enviarle cartas abiertas de las que quizá, cual botellas de náufragos como esta, usted nunca tenga noticias. Pero no empreñe más, hombre, que ya está bien, total para nada; ya ha perdido usted y pronto estará usted perdido.