Cuando se mata un barrio sacando los coches de la calle

Todo gobernante progre que llega al despacho de una alcaldía se pone casi inmediatamente manos a la obra para peatonalizar algo. Lo del odio al coche particular es algo que parecen llevar en los genes y, por supuesto, el alcalde mareante coruñés no iba a ser menos. Xulio Ferreiro se marcó el objetivo de finalizar la peatonalización de la Ciudad Vieja herculina y lo consiguió. De hecho es una de las pocas cosas que se apuntan ellos mismos en el apartado de los éxitos tras tres años y medio de inacción. Sin embargo, de lo que no parece ser consciente Ferreiro es de que peatonalizar un barrio no se puede limitar a prohibir la circulación de coches por sus calles. Es necesario poner en marcha planes que consigan la implantación de comercios y que se fije la población y eso es precisamente lo que no se hizo en el casco histórico, que languidece día a día, con calles vacías de coches y, por supuesto, también de personas. Si a esto le sumamos las pegas que la Marea pone a la concesión de licencias el barrio está condenado a la ruina.

Cuando se mata un barrio sacando los coches de la calle

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