A toda acción le sigue una reacción. Esta es una de las leyes fundamentales de la física que, por lo visto, parecía ignorar Pedro Sánchez. El presidente, tan preocupado por poder seguir disfrutando de todos esos pequeños placeres que ofrece ser el inquilino de La Moncloa, se olvidó de que al negociar con ERC estaba, de facto, habilitándolo políticamente. Eso es al menos lo que entendieron los responsables de los servicios jurídicos de la eurocámara. “No nos pidan tratarlos como delincuentes si están pactando con el PSOE”. Este fue su argumento demoledor que señala, directamente, a Pedro Sánchez como responsable del disparate en el que estamos instalados. Pero, por desgracia, parece que no será el último. La investidura está en marcha con la mirada puesta en el 5 de enero y, por lo que se va sabiendo, el coste que tendrá para los españoles va a ser difícil de pagar.