Revoltijo y desmemoria

Del revoltijo en el que se ha convertido la política española no puede salir nada bueno y nada bueno está saliendo. Lo peor de todo aflora además con creciente virulencia: el odio político sectario que un día unas generaciones quisimos enterrar y ahora otras, con feroz insensatez, están esparciendo a paladas. Quien no quiere verlo es porque ha decidido taparse los ojos pero llega ya a cualquier rincón de España y cada vez más jóvenes están envenenados con la pócima. Algo inaudito, pero cierto, algo asombrosamente perverso pero cuyas consecuencias pueden ser devastadoras. Sobre todo para ellos mismos.

Ese clima se está generalizando y si además se mezcla en determinados territorios con la componente separatista el mejunje resulta explosivo. El que resulte esperpéntico y carente en el fondo de razones y necesidades que lo sustenten es ya casi lo de menos. Antifranquistas nonatos y sobrevenidos, revolucionarios a gastos pagados por “papá”, coche y cubata que claman por la mala vida que tienen y que desde luego puede que tengan en un futuro pues aquello del trabajo y del esfuerzo por donde transitaron y progresaron sus predecesores es algo del pasado y posiblemente muy facha parecen hegemonizar el pensamiento generalizado y ante el cual no cabe argumento alguno porque están convencidos de su verdad absoluta y su desprecio a la sociedad, la europea, libre, democrática y con un estado de bienestar desconocido en la historia, es su única vara de medir sentimental e ideológica. No les arriendo las ganancias, porque el futuro es lo que ellos habrán labrado y escogido.

Lo que está muy claro es que nuestra sociedad no escarmienta y que la desmemoria conveniente es el mejor pasto para la demagogia. Y eso ya no es solo patrimonio de los “nuevos”. En eso sí que caemos todos a montón y sin remedio. Hace tres días estábamos tirándonos de los pelos por aquella crisis que nos dejó en cueros y de la que salimos malparados. Pues ya estamos en las mismas que cuando la otra se barruntaba y con los mismos palabros para no querer verla. ¿Ya han oído hablar de nuevo de “desaceleración”? ¿Se acuerdan lo que fue de verdad luego? ¿Y recuerdan también que cuando la cosa empezó a ponerse muy fea lo que se le ocurrió a ZP fue ponerse a gastar a troche y moche? 

Pues esa y no otra es en el fondo la receta que Sánchez e Iglesias han puesto en marcha. Peligroso, con antecedentes probados y además con el agravante que de esta casi ni habíamos salido y podemos estar ya metidos en la siguiente sin que nos hayamos enterado. De momento la bolsa ya ha perdido el listón de los 9000 puntos y la prima de riesgo se acerca a los 120. Y lo del paro pinta a peor. Muchos síntomas avisan. Pero Pedro y Pablo convertirán a España en el país de la leche y la miel, todos seremos felices y habremos logrado la hazaña universal de desenterrar a Franco.

Revoltijo y desmemoria

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