MÁS allá de decidir quién ocupará los despachos de San Caetano durante los próximos cuatro años, los votos de los gallegos (y los de los vascos, por supuesto) es posible que también tengan mucho que ver a la hora de determinar quién será el próximo inquilino de La Moncloa. Pedro Sánchez ya se ha quitado la careta y está dispuesto a lo que sea con tal de convertirse en presidente de Gobierno. Enfrente no solo tiene al PP y a Ciudadanos. También hay una buena parte del socialismo que hace bandera de aquello de que España no se puede repartir a cambio de un apoyo y que consideran que la postura de su todavía secretario general puede provocar que el centenario PSOE salte por los aires. Por ello, un resultado que debilite todavía más la frágil situación de Sánchez puede acabar por precipitar su salida, aunque también es posible que, si evita sorpassos, su figura salga reforzada.