Me sumo, sí, me sumo a esos miles de personas que piden el indulto para Juana Rivas. Estremece pensar que se pueda meter en la cárcel, nada menos que cinco años, a una mujer que lo único que ha hecho es luchar por sus hijos. No digo que la batalla la haya planteado bien, seguramente se dejo aconsejar por quienes no se jugaban nada y la hicieron creer que por las bravas iba a recuperar a sus hijos.
La pregunta que cabe hacerse es esta: ¿Juana Rivas constituye un peligro para la sociedad? ¿Y para sus hijos? Y la respuesta es obvia: No. De manera que insisto en que estremece que se la pueda enviar a la cárcel. Por eso me uno a quienes piden su indulto y por eso espero que el Gobierno, que tanto presume de feminista y de apoyar a las mujeres, no pierda ni un minuto en indultarla.
Habrá quien diga que un indulto a alguien a quien se le acusa de sustracción de menores es un mal precedente. Pero hay casos y casos. Juana se trajo a sus hijos a España y no regresó a Italia para entregárselos a su exmarido, Francesco Arcuri. La requirieron judicialmente para ello, y su marido la denunció y ya vemos el resultado: condenada a cinco años de cárcel. Me pregunto qué sentirán los hijos de Juana y de Arcuri ante esta situación: que su madre tenga que entrar en prisión por haber sido denunciada por su padre.
El caso de Juana Rivas adquirió una popularidad inusitada porque quienes la rodeaban parece que la habían convencido de que no entregara a los niños al padre y que cuanto más ruido hiciera mejor.
Durante unas cuantas semanas Juana ocupó titulares en los periódicos, su caso era analizado en televisión, la seguían periodistas a todas partes y ella parecía convencida de que las armas que utilizaba para estar con sus hijos la harían ganar la batalla sin darse cuenta de que la ley es inexorable para todos y que tarde o temprano tendría que responder por haberse llevado a sus hijos. Ahora solo cabe que el Gobierno no pierda ni un segundo y en el próximo Consejo de Ministros la indulte.