Se les perdona todo

 eyendo las noticias fechadas en los Estados Unidos y en Gran Bretaña que dan cuenta de las cacicadas que protagonizan, con parecido estilo, tanto Donald Trump como Boris Johnson se podría llegar a la conclusión de que a estos dos personajes todo o casi todo les está permitido. No por los contrapoderes de los respectivos Estados, pero sí por su potenciales votantes. A Trump, inmerso como está en un escándalo por el que la oposición ha puesto en marcha un procedimiento de “impeachment” -está por ver que pueda prosperar dada la correlación de fuerzas en el Senado- según las últimas encuestas no ha perdido el favor de quienes le auparon hasta la Casa Blanca. Sí, como parece, se presenta a la reelección, podría volver a ganar. A pesar de sus arbitrarias y en ocasiones desconcertantes maneras de manejar el timón del país más poderoso de la Tierra.
A una escala que podríamos denominar menor como de discípulo aplicado, algo parecido ocurre con el “premier” británico Boris Johnson. Sigue encabezando las encuestas ante una hipotética convocatoria anticipada de elecciones a pesar de que ha metido al Reino Unido en el mayor escándalo político de los últimos años cerrando el Parlamento, acción en la que involucró a la Reina, obligada como ésta a refrendar las decisiones del poder político. Pues bien, pese a que el cierre ha sido anulado por una durísima sentencia del Tribunal Supremo y en Westminster se han reanudado las sesiones parlamentarias, el inefable Boris -por su nombre de pila es citado en la prensa británica-, ni piensa dimitir, ni se espera que module su “hooliganesca” manera de estar y entender la política. Vivimos días en los que los populismos crecen a cuenta de fomentar los miedos y los prejuicios de las sociedades occidentales. Y tanto a Trump como a Johnson les favorece la debilidad de la oposición. En el caso del americano porque el Partido Demócrata no ha decidido quién será su candidato a las elecciones que se celebraran en el otoño del 2020. En el Reino Unido porque el líder de los laboristas, Jeremy Corbyn -un político que jugó al despiste cuando la votación del Brexit- no cuenta ni con el respaldo de todo su partido y está muy alejado de Boris Johnson en las encuestas. Así las cosas, parece, ya digo que a uno y otro lado del Atlántico, Trump y Johnson, los dos líderes que mejor encarnan las rudezas de un populismo que desdeña las reglas del juego democrático, cuentan con una parroquia fiel que les ríe las gracias y les perdona sus cacicadas. Algunas de inquietante aroma autoritario. Mal vamos.

Se les perdona todo

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