La verdad es que el pobre Rajoy no gana para disgustos durante este confinamiento. Primero fue víctima de una cámara oculta en la que se le veía caminando a ritmo acelerado (como hace él siempre) en las inmediaciones de su domicilio. Ahora, sus deslices lingüísticos y sus declaraciones convertidas en absurdos trabalenguas tal vez por aquello de que la mente le iba más rápido que la boca se han convertido en objeto de mofa de un programa de TVE para educar a los niños. El Ministerio de Educación pidió disculpas rápidamente por el “error involuntario”, pero, como se suele decir, el daño ya estaba hecho.