Basta contemplar la expresión de los rostros de los negociadores para deducir no tanto el resultado final de las negociaciones, como la inviabilidad metafísica de éstas si se fundamentan sobre un algo innegociable ni ahora ni nunca, la integridad territorial de la nación y la soberanía de los españoles, de todos los españoles, sobre ésta, cual ocurre en las que mantiene el PSOE con ERC para lograr su positiva abstención en la investidura de Sánchez.
Estas negociaciones, llamémoslas así, constituyen para el PSOE una ocasión, la de gobernar atrayendo a Esquerra a una especie de autonomismo avanzado (¿más?) que dulcificara en ésta legislatura el insoportable amargor de las anteriores y, merced a ello, ir encontrando espacios de entendimiento racionales, posibles, ajenos al aventurerismo enloquecido de la derecha catalana en contubernio con la CUP, los CDR, los del PicNic y los del Tsunami, que son todos los mismos. Para Sánchez, más embridado por el sanedrín de los sumos sacerdotes de su partido de lo que se cree, es una ocasión, mas para Esquerra es un jalón, y qué jalón, en su laberinto.
Esquerra Republicana de Catalunya, que soslayó su condición de izquierdas, de republicana en sentido estricto y cabal, y hasta de Cataluña por atender sólo al interés de la mitad de ella, para abrazar el más reaccionario nacionalismo, no sabe ahora dónde está, pero sí lo que le pide el cuerpo, algo así como recuperar, apropiándoselo, el papel que interpretó CiU durante décadas, que le permitía estar simultáneamente en misa y en la procesión, esto es, co-gobernar en España merced a su apoyo a los gobiernos nacionales del PSOE y del PP, y, al mismo tiempo, gobernar en una Cataluña casi, casi, independiente. Por desgracia para ERC, la insaciabilidad de unos cuantos orates del terruño y la necesidad de éstos de zafarse de la sombra de la corrupción “convergente” que llevaban cosida a la espalda, dieron al traste con aquél escenario tradicional, y ahora Rufián y compañía no encuentran la salida del laberinto que tanto y tan frívolamente contribuyeron a crear. En realidad, es Esquerra la que espera que el PSOE le socorra, y no al revés. Que le de alguna idea, que le muestre alguna salida que no sea o no parezca la del “botifler”, que le ofrezca una tabla a la que agarrarse en el naufragio de la nave fantasma que pilota Puigdemont. Así creo que van las negociaciones en las que sólo eso se puede negociar.