Solanda es un país admirable en muchos aspectos, y algunas de sus decisiones han abierto caminos de igualdad y de libertad. Pero ocurre que, en ocasiones, el entusiasmo por ser más progresista que nadie puede derivar en el disparate o, lo que es peor, en la injusticia totalitaria. Hace poco, el Gobierno de Holanda, de un plumazo y por decreto, declaró a todos los ciudadanos holandeses donantes de órganos.... A no ser que, de manera explícita, manifiesten lo contrario. A primera vista, incluso a algunos despistados les puede parecer correcta la decisión, pero es tan descabellada como si yo supusiera que todos los componentes del Gobierno de Holanda, hombres y mujeres, practican el adulterio a no ser que, todos y cada uno de ellos, de manera fehaciente, afirmen lo contrario.
Hace unos años, una entidad financiera me comunicó –como a miles de clientes– que de no manifestarme en contra, usarían mis datos personales de los que disponían con otras empresas del grupo o con las que tuvieran relación. Al día siguiente, por correo certificado, envié una carta en la que les comunicaba que había recibido información de que al presidente del Consejo de Administración le gustaba contemplar fotografías de mujeres gordas desnudas, y que, ese dato, a tenor del sistema que habían establecido con mis datos personales, si no me he era desmentido fehacientemente, lo usaría como información veraz. A los dos días, recibí una llamada del director de comunicación de la entidad, pidiéndome disculpas, y asegurando que mis datos no serían entregados a terceros.
Esta técnica artera de ordenar unilateralmente una acción, si no se opone el perjudicado, es muy usada por bancos y otras empresas, que cuentan de antemano con la pereza del cliente. Y es totalitaria. Sutilmente totalitaria, que es peor. España tiene la mejor organización de trasplantes, gracias al doctor Matesanz. Y somos ejemplo en donación. Sin trucos.