14 DE ABRIL

Se cumplen 85 años del comienzo del último experimento republicano. En aquellos días de abril de 1931 se respiraba esperanza, optimismo. Las grandes ciudades españolas celebraban el advenimiento de la II República. El futuro parecía prometedor. Nadie sospechaba que toda aquella euforia se iba a transformar cinco años más tarde en una terrible tragedia. 
Todavía hoy aquel período levanta pasiones, contradicciones, incluso odios, todo depende del lado ideológico en que se mire. La derecha lo descalifica y la izquierda lo idealiza. Sin embargo, tanto al invalidarlo como al  poetizarlo comenten un grave error. En todo caso, existe demasiada confusión al respecto, sobre todo falta de rigor. Se asocia la República con la izquierda, con el progreso, con el avance social. Aunque tal apreciación tiene una explicación. Hay que tener en cuenta que la derecha carpetovetónica nunca fue liberal, como ocurría con la europea, sobre todo la francesa. La española no aceptaba las reformas, era el adalid de las contrarreformas. No entendía –y en eso también hay que incluir a la izquierda– que un sistema republicano no es de derechas ni de izquierdas.  
La España de 1931 arrastraba muchos problemas. Demasiados. La mayoría de ellos eran  producto de siglos de atraso económico, el analfabetismo y la pobreza iban cogidos de la mano. Los problemas eran tantos y tan graves que se necesita tiempo para resolverlos. Y tiempo es lo que no había. Además, el resto del continente estaba viviendo momentos difíciles, complicados, las posiciones políticas se radicalizaban. Los enfrentamientos sociales y políticos en las calles de Berlín, París y otras ciudades estaban a la orden del día. Eran los años 30. La etapa de las grandes convulsiones políticas, de los enfrentamientos ideológicos. En Alemania el Partido Nacional Socialista de Adolfo Hitler estaba a punto de alcanzar el poder. Y en Italia los fascistas de Mussolini ya estaban en el poder desde 1922. Por otro lado, la Revolución de Octubre de 1917, encabezada por los bolcheviques, tenía una gran influencia sobre el resto del continente, pues se había convertido en la esperanza del mundo obrero, de los pobres. A todo ello hay que añadir que Europa aún no se había recuperado del desastre dejado por la I Guerra Mundial. Así que, la inestabilidad política y el conflicto social estaban servidos, sobre todo después del colapso financiero de 1929. 
En todo caso, España era un caso aparte, pues no había tenido ni revolución burguesa ni industrial. Por lo tanto, existía un atraso generalizado con respecto a las otras naciones europeas. El comportamiento poco edificante de la Iglesia, el analfabetismo, el caciquismo, los terratenientes, especialmente en Andalucía, junto con una nobleza decimonónica, habían tenido mucho que ver con aquel desolador estado de cosas. En la España de 1930 no existía clase media. Sólo había dos: una alta, desconectada de la realidad, y una baja –la mayoría social– compuesta por una gran masa de desheredados y analfabetos. La España que encontró la República necesitaba respiración asistida.
A pesar de todo, la República no sucumbió por esos problemas. Fracasó por la ausencia de republicanos. Si exceptuamos los intelectuales, algunos políticos, y un sector minoritario del ejército, apenas había republicanos. Lo cierto es que sin una conciencia colectiva no es posible construir una república. Por lo tanto, el proyecto político nacido aquel 14 de abril de 1931 no podía permanecer. Su suerte estaba echada.
La realidad es que todos contribuyeron a liquidar la República. Decir lo contrario sería faltar a la verdad. Desde el primer día los grupos más radicales, más reaccionarios del país, conspiraban contra ella. Pero también lo hacían desde la izquierda. Había individuos, mayormente pertenecientes al anarquismo, que decían ser republicanos, sin embargo, durante la noche se dedicaban a quemar iglesias y colocar bombas. Pocos eran los que de verdad creían en la causa. Cada grupo tenía su propia “agenda” política, que nada tenía que ver con los valores republicanos. Y así fue la historia.
 

14 DE ABRIL

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