En los mentideros políticos de Compostela se cuenta que una mañana llegó al Parlamento un Manuel Fraga arrollador y se dirigió a varios diputados que departían en el pasillo con el saludo protocolario “buenos días, señores” y Beiras, que estaba en el grupo, contestó: “¡Non estou de acordo!”.
Es un chascarrillo que alguien inventó para expresar gráficamente el no casi permanente del político nacionalista al líder conservador, pero nada verosímil porque estas dos “cabezas claras” discrepaban, pero eran capaces de dialogar y entenderse en asuntos de interés para Galicia.
Me acuerdo de esta pequeña maldad de la política galaica cuando escucho la negativa del líder socialista a la petición del presidente en funciones para que facilite la investidura y recuperar la normalidad institucional. El no a Rajoy encaja en aquel “non estou de acordo” del chiste, ni siquiera con la propuesta de diálogo sobre las medidas urgentes que necesita el país, sin más argumento que el rechazo a cualquier propuesta del candidato del partido conservador. Es la estrategia del no por el no.
Las discrepancias entre populares y socialistas son razonables y positivas. Que Sánchez “no esté de acuerdo” con las políticas populares, con los ajustes y recortes, con algunas leyes –Lomce, ley mordaza– o con reformas, como la laboral, entra dentro del papel de la oposición que tiene otras propuestas alternativas. Lo que no se entiende es la negativa a cualquier propuesta de diálogo cuando el resultado electoral obliga al pacto.
El líder socialista decía en Twitter que su negativa a la investidura representa “un sí a la regeneración, al empleo digno y a la justicia social, un sí al cambio”. No conozco ciudadano alguno que no esté de acuerdo con estos planteamientos que Sánchez debería llevar a la mesa de negociación como exigencias a cambio de la abstención, que no significa apoyar al PP, sino regenerar el sistema desde dentro.
Llegados a este punto, importa poco el futuro de los líderes políticos. Está en juego el futuro de España que tiene compromisos que cumplir y a la vuelta del estío necesita Presupuestos, seguir impulsando la actividad económica, hacer reformas, controlar las cuentas, la deuda y el déficit para evitar el bochorno de una sanción de Europa… Por eso Sánchez, como Rajoy y Rivera, deberían pensar en el interés general, que es el interés de una España que necesita un Gobierno estable y está harta del bloqueo de los políticos.