PARADOJAS DEL GOBIERNO

Paradojas de la vida: un ministro ha tenido que abordar en Bruselas cuestiones que no son estrictamente de su competencia. Es lo que ha sucedido en las reuniones del Eurogrupo y del Ecofín, donde el titular de Economía, señor De Guindos, ha tratado con sus colegas comunitarios todo lo relacionado con los controles presupuestarios que aquí, en nuestro país, corren a cargo del titular de Hacienda, señor Montoro.

El ministro De Guindos aborda en Bruselas con los socios comunitarios problemas y situaciones que, aquí, son responsabilidad del ministro Montoro

El tema, como se sabe, ha causado ya divergencias poco justificables en público entre uno y otro, pues mientras el primero aparece como más exigente a la hora de apretar las clavijas a todas las Administraciones –central, autonómica y local– en la exigencia del equilibrio presupuestario, el segundo no cesa de mandar mensajes de flexibilidad, hasta el punto de haber sugerido a Bruselas que relaje el objetivo inicialmente previsto del 4,4 por ciento.

O visto de otra manera: mientras el primero parece mirar más hacia el norte, hacia Berlín y los mercados, el segundo parece dar la impresión de mirar más hacia el sur; hacia las elecciones andaluzas donde el Partido Popular se juega la conquista de un territorio codiciado y donde él mismo encabeza la candidatura sevillana.

Claro, que a lo mejor Mariano Rajoy termina por dirimir el pleito dando su parte de razón a cada uno: compromiso con el techo de déficit, sí, pero con un nuevo techo que se negociaría con Berlín y Bruselas para que sea posible el endemoniado dilema en que se encuentra la economía española: recortar y crecer al mismo tiempo.

De todas formas y sea cual sea el resultado final de este forcejeo, lo que parece claro que la bicefalia Economía/Hacienda establecida por Mariano Rajoy en el organigrama del Gobierno seguirá planteando problemas, sin un superministro o vicepresidente que mande sobre todo lo que se podría considerar área económica,.

Decía el lunes pasado el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en el acoso a que le sometió la entrevistadora de TVE Ana Pastor que, por primera vez, al Gobierno de la nación le estaban preocupando “las cuentas de España y no sólo las de la Administración central”. Y cierto parece. Porque todas aquellas reivindicaciones de las Administraciones territoriales a las que por sistema la anterior y hoy desaparecida vicepresidenta económica, Elena Salgado, respondía negativamente, todas ellas –digo– han sido atendidas casi de un plumazo por el Gobierno de la nación.

Por eso no les falta razón a quienes proclaman que en un mes de Rajoy en Moncloa se ha hecho por las Administraciones autonómicas y locales más que en los tres últimos años con Rodríguez Zapatero. Realidad ante la que más de uno se habrá autopreguntado –también con razón– cómo todas esas concesiones son o han sido posibles tan de inmediato en un momento económico tan crítico.

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