Cuatro años y tres meses de cárcel solicitó el Fiscal en un juicio por robo celebrado hace unos días en Ferrol. El robo en concreto lo fue de dos monedas de 100 pesetas, por lo que de ser condenado, la broma le saldrá al ladrón a un año de prisión por cada 50 pesetas robadas. Evidentemente lo que determina la pena no es la cantidad sustraída, sino el método empleado para ello, rompiendo el cristal de una puerta. No obstante, es innegable que la falta de flexibilidad y proporcionalidad de la ley penal es una realidad flagrante y dolorosa, porque cualquier comparación con los delitos millonarios de corruptos, prevaricadores y estafadores que pueblan nuestra querida España resulta hiriente, sobre todo porque los estafadores, prevaricadores y corruptos rompen algo más importante y valioso que una puerta de cristal. Rompen la confianza en las instituciones y el sistema. Nuestro Código Penal sigue siendo más un catálogo de castigos para robagallinas que un verdadero instrumento para combatir el delito de forma proporcional al daño cometido.