Política industrial de Galicia

La Xunta planta cara a la competencia lusa. En este titular va implícito el reconocimiento del fracaso sin paliativos de la política industrial de la Xunta en estos ocho años. Ocho años en los que se esperaba se recondujera el estado en que quedó tras los cuatro años fallidos de bipartito. Así que reconvendremos en que este es un problema que sí ha contado con el consenso de los grandes partidos a la hora de hacer las cosas mal. Pero como a unos ya los echaron las urnas, la responsabilidad es de los que llevan ocho años, tiempo más que suficiente para haber hecho las cosas bien. Es un gravísimo error plantear el problema en clave de enfrentamiento con nuestra otra mitad. Lo que el Norte de Portugal nunca hizo con Galicia. Al contrario, siempre supieron que juntos éramos más fuertes. No fue Portugal quien creó tres aeropuertos en Galicia, ni quien los enfrentó con localismos decimonónicos por captar vuelos de dudoso interés empresarial. Ni fue Portugal quien extendió el concepto erróneo y errático de que los aeropuertos son propiedad de las ciudades donde se asientan como si fueran una inversión municipal. Tampoco fue Portugal la que puso al frente de los cinco puertos gallegos de interés nacional a políticos prejubilados, en un ejemplo de puertas giratorias, para enfrentarlos entre sí, como ocurrió recientemente entre Marín y Vigo por los contenedores de Maersk. Ni fue Portugal la que paró el proyecto de puerto seco de Monforte o de la plataforma logística de Salvaterra. Ni son los empresarios portugueses los que llevan años enfrentados hasta la extinción anunciada de su organización gallega.
Sí es Portugal, en cambio, la que invierte en innovación, en I+D y refuerza sus Universidades vinculándolas con la industria, mientras las gallegas carecen hasta de un esquema de racionalización de campus temáticos, peleándose cada año por la financiación como perros hambrientos por un hueso. También es Portugal la que ya está en obras para que el Alfa Pendular llegue a Tui en 2019, y la que está empezando la tramitación de la línea europea Aveiro-Salamanca-frontera francesa para mercancías. Así que, señor presidente, si me permite un consejo, déjese de políticas estéticas y promueva un pacto para la industrialización de Galicia. Y empiece por acciones necesarias y concretas: construya un puerto seco de verdad en Monforte, desbloquee con el gobierno “amigo” de España las líneas férreas Lugo-Ourense, Monforte-Palencia, la salida sur de Vigo y la A-76, y cese al manifiestamente incompetente conselleiro de Economía, cuyo único mérito es ser amigo. Consensúen otra política portuaria y aeroportuaria, y aumente la inversión en investigación. No es difícil ni duele. Solo hay que tener iniciativa política.
Y ya puestos, señor presidente, disuelva la Comunidad de Trabajo Galicia-Norte de Portugal que en sus ocho años de gobierno solo se ha reunido dos veces y ni siquiera para tomar decisiones como hacía Fraga que la reunía todos los años. Pero claro, Fraga era político y creía en Portugal y en la eurorregión. Y se lo dice alguien que jamás fue fraguista. Porque la CT es el foro natural donde se debería haber discutido esta situación y coordinado una política industrial conjunta. Usted sabe que si existe la eurorregión es gracias a la ciudadanía que cree en ella y al Eixo Atlántico que le da soporte político. Porque su vicepresidente está muy ocupado posicionándose para sucederle y el director xeral de Exteriores hace años que está desaparecido. Aunque esto es otra historia de la que hablaremos otro día.

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