Yes que el frente de batalla cambia las trincheras según cuáles sean los contendientes. Así, a la clásica izquierda-derecha, se unen las guerrillas dentro de las facciones o partidos y aquí más que las banderas se agitan viejas rencillas, se hacen virulentos los agravios y se cumplen algunas venganzas.
De qué sino iban a rebelarse altos cargos de Vox para poner a caldo a sus dirigentes y !!manda carafio!!, y pedir el voto para el Partido Popular. A esta formación, además se le levantan los soldados con contrato temporal que acusan a Vox de traicionarlos…
En el PP, que piden el voto tanto a los seguidores de Vox como a los de Ciudadanos, vuelan los cuchillos y Pablo Casado le afea a Feijóo que condene su abrazo con Santiago Abascal cuando el presidente de la Xunta estuvo en la plaza de Colón, en Madrid, codo con codo con Vox y Ciudadanos…
Estos, los de Rivera, amplían la “caza” y fichan a peperos por un lado y socialistas por otro, puesto que su idea es convertirse en el líder de las tres derechas y, al tiempo, irse al centro para ponerse al rebufo del PSOE, del que hoy reniega, pero con el que pactó (y con Pedro Sánchez, según se puede comprobar en las fotos que dieron fe del acuerdo).
Entre los que gritaron “con Rivera no” y las voces que le piden que se una al equipo naranja, Pedro Sánchez está en un lío. Con el panorama actual todo parece claro: sumar a la izquierda, pero este es un extraño país fiel al viejo dicho de “la política hace extraños compañeros de cama”. A veces da pasos hacia la izquierda y en otras ocasiones se queda quieto o hace guiños a su derecha.
Podemos sufrió la maldición de llegar pronto a conseguir el éxito. Algunas intervenciones de Iglesias en los medios televisivos, encendieron a sus rivales y alejaron a muchos de sus seguidores. Y aquel 25-M de hace ocho años consiguió mucho pero prometía más. Enseguida basó su crecimiento añadiendo lo que hoy se llaman confluencias y fraccionó el espíritu natural de aquellas primeras reuniones.
Alguna huida, malos resultados, fuertes enemigos, rebajaron sus expectativas. El que mucho abarca poco aprieta y ahí están los ejemplos. Tal vez sea cruel recordar aquello de “non te afogues na praia como nos pasou a nos”. O sea, naufragio por no tener en cuenta la marea…
Es la guerra, amigos, y tres son las batallas: en las comunidades autónomas, en los ayuntamientos y en Europa.