EL fallecimiento de Isidro Silveira Cameselle no cogió a nadie por sorpresa en la ciudad naval. Vigués de nacimiento, pero, ante todo y sin duda alguna, ferrolano en cuerpo y espíritu. Empresario, racinguista, socialista de corazón y obra, como a él mismo le gustaba reconocer, Silveira ha marcado una época caracterizada por su capacidad de diálogo, que le ha permitido tener amigos en todas partes y de todos los colores. Quien no lo era, no ha dudado tampoco en reconocer ese perfil tan humano y próximo que sabía transmitir a cuantos le rodeaban y que tan extraño resulta hoy en día. Se ha ido casi en silencio, con toda seguridad como a él mismo le hubiese gustado que así fuese, como si todavía esbozase esa sonrisa afable y un tanto pícara que lo hacía tan entrañable.