¿Quién cree en Montesquieu?

En las últimas semanas venimos asistiendo a un espectáculo insólito: Los dirigentes del independentismo catalán, con Torra en cabeza, piden que el Gobierno maniobre para impedir que los dirigentes independentistas en prisión sean condenados. Pero por si fuera poco desde el presidente a varios de sus ministros vienen opinando sin cortarse que en los independentistas que están en prisión no concurre el delito de rebelión. Escuchándoles no es difícil llegar a la conclusión de que tanta necesidad tiene Sánchez de los votos de los independentistas que no le importa mandar al limbo a Montesquieu y su teoría de la separación de poderes, uno de los fundamentos de la democracia
Es evidente que esas opiniones de miembros del Gobierno son una forma de presión al Supremo. Otra cosa es que el tribunal haga oídos sordos a los cantos de sirena del poder político. Hasta el momento solo una ministra, Margarita Robles, se ha mostrado contundente en su respuesta cuando le han preguntado por su opinión sobre la calificación de los delitos de Junqueras y compañía. Robles ha dicho que hay que dejar trabajar al Supremo y que es este tribunal el que tiene que calificar y decidir sobre los hechos. Y de ahí no hay manera de sacarla, lo que es lo que debe de ser.
Quizá porque ella ha ejercido como magistrada del Supremo pero lo cierto es que su respuesta es la que se debe de esperar de cualquier miembro del Gobierno. Y desde la Generalitat tampoco se cortan al reclamar que se dé un trato de favor a quienes participaron en el intento de subvertir el orden constitucional proclamando la república en Cataluña. A lo que parece los líderes independentistas tampoco son partidarios de la doctrina de Montesquieu, ya que creen que el Poder Judicial debe de estar al servicio del político que es lo que sucede en los regímenes dictatoriales. Eso es lo que están pidiendo, que el Gobierno diga al Supremo lo que debe dictaminar. Y avisan de que de no ser así, el personal se atenga a las consecuencias. El espectáculo no puede ser más desolador. Para algunos políticos Montesquieu es un problema.

¿Quién cree en Montesquieu?

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