Ciencia en femenino

El pasado 11 de febrero se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Este acto pretende visibilizar el trabajo de las investigadoras e impulsar el papel de la mujer en la ciencia. Todavía queda mucho camino por recorrer si miramos un poco las cifras. Sin ir más lejos, en los últimos premios Nobel no hubo ni una sola mujer galardonada. En 115 años de historia tan sólo 49 lo han conseguido por 853 hombres. Pero esto solo es un síntoma de un problema de mayor calado detrás. En España las mujeres ya suponen el 39% de todos los investigadores que hay. Pero solo un 18% de los centros está dirigido por una mujer. En el campo de la medicina nos encontramos con que hoy las mujeres son el 49% de todos los médicos colegiados, y se espera que en 2065 este porcentaje alcance el 56%. Sin embargo, una vez más, están infrarrepresentadas en las cúpulas de colegios, sociedades y gerencias. Un análisis de la Unión Americana de Geofísica indicaba, en el contexto de la investigación científica, que las mujeres tenían menos probabilidades de participar como revisoras del trabajo de sus pares. En concreto, entre 2012 y 2015 sólo un 20% de los revisores fueron mujeres. Hay que tener en cuenta algunos factores también a la hora de interpretar estos números. La edad es un factor crucial. La mayor parte de estos cargos de responsabilidad está en manos de los profesionales de mayor edad, en dónde la proporción todavía está a favor de los hombres. Pero aún así resulta preocupante descubrir que en la ciencia a las mujeres les cuesta mucho más hacer carrera, a pesar de que su presencia es cada vez mayor. La historia nos deja ejemplos del duro camino de las científicas. Ada Lovelace fue una destacada matemática que trabajó junto con Charles Babbage. Pero muchos de sus hallazgos figuraron bajo el nombre de este último, ya que no se le permitía publicar por su condición de mujer. Hoy sabemos que fue la responsable del diseño del primer algoritmo matemático diseñado para ser ejecutado por un ordenador. Otro caso es el de Rosalind Franklin; sus imágenes de rayos X sirvieron para que Watson y Crick lograran descubrir la estructura en hélice del ADN, algo que les valió un Nobel mientras ella era ignorada en uno de los capítulos más oscuros de la ciencia. Celebraciones como la de este pasado sábado deben servir para conseguir que la ciencia no tenga género.
 

Ciencia en femenino

Te puede interesar