CON frecuencia (habitualmente demasiada) se ve que todo aquel que pilla un cargo se aferra a él con uñas y dientes. Por ello, cuando se produce un caso como el de Marcelo Castro-Rial, presidente de la Cámara de Comercio coruñesa, que ha decidido irse pese a su exitosa gestión, son muchos los ojos que se abren incrédulos. Castro-Rial consiguió que el organismo herculino capeara el temporal de la crisis con excelente nota. Ahora será Antonio Couceiro quien recogerá el testigo.