DESPOLITIZAR LA LENGUA

Desde el mismo instante en que Xesús Alonso Montero fue electo presidente de la RAG los independentistas galaicos se pusieron en su contra. Para ellos el gran pecado del nuevo presidente es no comulgar con su agenda separatista. Ser galleguista y republicano –incluso marxista como él se define– no es suficiente.  
Xesús Alonso Montero, nacido en Vigo en 1928, siempre fue un defensor a ultranza de la lengua y literatura gallegas. Incluso su tesis doctoral (1966) estuvo basada sobre Curros Enríquez. Escribió libros tan significativos como “El porvenir de la lengua gallega” (1969) o el famoso “Informe dramático sobre la lengua gallega” (1973). Su trayectoria como defensor de los valores culturales autóctonos es incuestionable, además de ser un gran conocedor de nuestra literatura. Un amigo –que tuvo la suerte de ser su alumno en bachillerato– me tiene comentado que don Xesús amaba hasta el paroxismo la poesía de Rosalía. Parece ser que su poetisa de cabecera era la de Padrón. La realidad es que este hombre, que ahora descalifican los independentistas, influyó en toda una generación.
Acusar al profesor Montero de “españolista extremista” –un hombre que fue represaliado por sus ideas políticas– no deja de ser un auténtico desvarío. Un exabrupto en toda regla, además de ser una gran mentira. Montero ha hecho más por nuestra cultura que todas esas personas que ahora tratan de denostarlo. Recuerdo cuando asistí a una conferencia suya en el Centro Gallego de Barcelona. Era con motivo del Congreso de Poetas Alófonos en Lengua Gallega que él había preparado. El tema central eran los seis poemas –publicados en 1935– que Federico García Lorca había escrito en gallego. Al ser Lorca un escritor de alcance universal, dichos poemas gozaban de una gran importancia –como explicaba brillantemente don Xesús– puesto que contribuían a que en otras partes del mundo supieran que en una esquina de la península Ibérica existía una lengua llamada gallego. Servían de vehículo para darla a conocer.
Es obvio que el idioma gallego es un bien cultural de todos, y no sólo de un pequeño grupo. Pero sucede que ese grupo ha introducido la falsa idea de que los únicos defensores de la lengua son ellos y las personas que se adhieran a sus ideas secesionistas.
Incluso asocian esas ideas con ser o no de izquierdas. Para ese grupo cualquier gallego o gallega que esté en contra de una Galicia independiente no puede ser de izquierdas, tiene que ser de derechas o incluso de extrema derecha. Lo cual, es otra de las grandes mentiras del nacionalismo. Empezando por el hecho de que el independentismo no tiene nada que ver con una ideología concreta. Es una aptitud más que una ideología.
Es evidente que los nacionalistas instrumentalizan políticamente la lengua. El idioma es una herramienta que utilizan para llevar a cabo la construcción social de una identidad independentista. Por consiguiente, los que apoyan la idea de un bilingüismo armonioso dentro del Estado español – entre los que se encuentra este humilde articulista– les llaman peyorativamente “españolistas”. Que para ellos es sinónimo de fascista. Manipulan ese término hasta asociarlo con el centralismo franquista. Hasta ese punto llega la esquizofrenia. Paradójicamente –y las estadísticas lo han demostrado– los grandes enemigos de la lengua gallega son precisamente los nacionalistas. La quieren tanto –como dice el profesor Montero– que corren el riesgo de asfixiarla hasta matarla. En realidad, la idea no es salvar al gallego de unos supuestos enemigos (¡que algunos habrá!), la idea es desterrar al castellano de estas tierras. Ese es su objetivo finalista.
Cualquiera sabe que un idioma no se puede imponer mediante decretos lingüísticos absurdos. Como intentó el bipartito y quiere hacerlo el BNG. Es totalmente contraproducente, puesto que casi siempre se consiguen los efectos contrarios a los deseados. Ni puede estar sujeto a un proceso de revisión constante, como hacen en la RAG. El profesor Alonso Montero se enfrenta a varios retos, pero el más grande es despolitizar la lengua.

 

DESPOLITIZAR LA LENGUA

Te puede interesar